Libertad con odio
Yo me niego a ser de izquierdas o de derechas, progre o facha, porque es una restricción de la libertad de opinión y una reducción absurda de la razón
Es difícil controlar una sociedad dispersa que se reúne y se manifiesta en grupos múltiples de acuerdo con su forma de pensar, de vivir y ... de ver el futuro. Es difícil controlar el libre pensamiento porque obedece a la misma dispersión emocional y es complicado encerrar en dogmas identitarios o ideológicos. Suprimir la libertad de opinión en un sistema democrático generoso y pródigo como en el que vivimos resulta perturbador. Y, sin embargo, la estrategia política va encaminada a simplificar el pensamiento y a agruparnos a todos en dos compartimentos primarios y viciosos. La posibilidad de ser conservador, liberal, democristiano, social demócrata, socialista, comunista, monárquico, republicano ha sido borrada de un plumazo, y tiene su sentido político pues es más fácil identificar, clasificar y perfilar al votante si se le encajona y se le enfrenta al contrario. Dividir para dominar y someter porque ya no hay posibilidad de entendimiento entre las dos facciones. Ahora somos de izquierdas o de derechas. Si eres de izquierdas eres progresista, si eres de derechas eres facha. (Por cierto, la derecha se ha dejado encerrar en esta ratonera infame sin encontrar palabra positiva que defina su filosofía política y grupal). Tanta simplificación produce miseria intelectual, pero como los españoles somos todos gilipollas habremos de agradecer la ayuda para pensar lo menos posible y trabajar a destajo para pagar las facturas y corruptelas de la derecha y de la izquierda.
Acabada la diversidad de pensamiento, que permite alabar lo bien hecho venga de donde venga y criticar los errores vengan de donde vengan, y sustituida por conmigo o contra mí, aparece en el panorama como única referencia el liderazgo. El líder beatífico que gobierna, gestiona y administra lo de todos según su personal perspectiva y su criterio magnánimo, porque conoce lo que es mejor para todos, dispone de la verdad y se sabe en el lugar correcto de la historia. Amado líder. Voltaire decía que la palabra le sirve al hombre (ser humano) para ocultar el pensamiento. ¿Qué es lo que buscan los líderes de hoy? Yo me niego a ser de izquierdas o de derechas, progre o facha, porque es una restricción de la libertad de opinión y una reducción absurda de la razón. Y porque no me gustan los lideres adorados por su propia propaganda, sean del pueblo o de la ciudad.
Y de la libertad de opinión a la de expresión, que debería ser un único hilo, como dicen ahora, y se ha convertido en un problema de orden público. Un inciso, da la impresión de que nada importa nada porque nos bombardean constantemente con noticias e información, cada vez más fanatizada, que se acumula sin que dé tiempo a la reflexión o al debate. Me recuerda a las películas de abogados que envían camiones y camiones de documentos para bloquear al contrario e impedir que se descubra la verdad. ¡Con la que tenemos encima de muerte, enfermedad, vacunas, caos y ruina!
¡Con la que tenemos encima de muerte, enfermedad, vacunas, caos y ruina!
En fin, la libertad de expresión. Claro que tiene límites, los de la educación, el respeto y la inteligencia. Aun así, no creo que un imbécil con diarrea mental deba ir a la cárcel, mejor estaría en una clínica de desintoxicación o volviendo a la escuela. No es más libre el que dice lo que piensa que el que piensa lo que dice y, visto el revuelo violento amparado y jaleado por el Gobierno (creo, si no me equivoco, que hay un solo Gobierno), debería alguien hacerse responsable político del saqueo y la barbarie. Aunque antes de que eso ocurra aparecerán revelaciones que nos recuerden que el Gobierno es de los jueces carcas. Con la libertad de expresión hay que llevar mucho cuidado porque igual derecho tienen los fascistas del otro extremo, y no me refiero a Vox que son unas ursulinas en comparación con los que el otro día vimos zurrando la badana a los judíos con el brazo en alto, y que, mucho me temo, veremos manifestándose y quemando contenedores con la misma impunidad. Los amantes de la libertad despiertan a los monstruos y le echan la culpa al delegado de su Gobierno. ¿Quién pagará por traer la inseguridad y la inestabilidad a nuestras calles? ¿Los jueces, los curas, el Ibex, Villarejo, Echenique? Algo se les ocurrirá.
Otro problema: la ausencia de control del poder mediático que, obviamente, no tiene nada que ver con la libertad de expresión y de prensa sino con el ejercicio desinteresado del gobierno en defensa del pueblo lector. Recuerdo haber leído que, en una rueda de prensa del Caudillo a los periodistas extranjeros, prohibida a los españoles, allá por 1954, le preguntaron por la libertad de prensa y este contestó que la libertad de prensa quería decir la libertad de treinta o cuarenta propietarios de periódicos. ¿Les suena? ¡Pablo Manuel, qué buen maestro te has echado! ¡Tú sí que sabes!
Y, por último, la famosa anomalía democrática. En España la única anomalía democrática está en la Cataluña tiranizada. Las demás anomalías son intelectuales y están en el Gobierno.
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