Le regalo a usted una giga

–O no retrocedería.

Ya, pero lo deseable es que progrese. Verdaderamente se dan casos en que, por circunstancias, las cosas van para de atrás en lugar de ir para adelante. Lo que sucede es que las instancias, o sea los gobiernos y las instituciones, no se avienen a reconocerlo así. Cuando los americanos les tiraron un par de bombas atómicas a los japoneses, mucha gente consideró que aquello había sido una catástrofe y, por lo tanto, un atraso para la Humanidad. Sin embargo, quienes manejan nuestros hilos mentales desde las alturas se ocuparon de que la Historia entendiese que aquel desastre fue, por diversas razones, un avance de la civilización.

No me parece oportuno que nos pongamos a discutir ahora sobre una temática tan controvertida. Y menos todavía cuando media España está saliendo de una DANA que hace estragos. Quiero referirme a un asunto que tiene que ver con la más moderna modernidad. Se trata de que determinadas empresas cibernéticas regalan gigas (unas no sé qué llamadas gigas), con el propósito de hacer clientela. No Es igual que higa, ese gesto que se realiza con el puño cerrado y el pulgar asomando, para hacer burla de otra persona. Echo mano de la wikipedia y me entero de que una giga significa mil millones. Bueno, pues ni siquiera así me interesa.

¿Para qué quiero yo, a mi edad, una giga? No sabría qué hacer con ella. ¿Me la pongo en la solapa? ¿Se la doy a mi mujer para que la eche al cocido? Prefiero los tradicionales regalos 'de empresa' que estimulan a adquirir un producto. Me acuerdo cuando Ramonet llegaba al mercado con su furgoneta llena de mantas, echaba un discurso ponderándolas y animaba al personal obsequiándolo con cuchillas de afeitar 'Palmera'. O ese manojito de perejil (¿vendrá 'giga' de 'perejil'?) con el que te distingue el pescatero, agradeciéndote la compra. O sea que nada.