El Real Murcia, de nuevo pimentonero

–¿Usted cree?

Pues, hombre, quiero creerlo. Lo auténtico siempre ayuda. Renegar de la verdadera naturaleza de algo trae consecuencias poco favorables. No voy a referir ahora las derrotas del equipo, cuando vestía de un color ajeno a su idiosincrasia. Sobre todo porque no me lo sé. No es igual ver los colores en la tele que en la realidad. Y yo hace tiempo que no me acerco al estadio, debido a que, por la edad, los remos no me responden. Pero lo que importa ahora es que, según he leído, el Real Murcia retorna a donde solía. Y esta misma temporada, aunque milite en eso tan horrible que es la RFEF, lucirá como en sus orígenes. Limpio, pimentonero y da esplendor.

El pimentón representa lo murciano. Eso nadie me lo puede negar. La industria se ha modernizado mucho. Pero, cuando yo venía a Murcia en el autobús de Jumilla (por buen nombre El Marqués), para examinarme 'por libre', al pasar por Espinardo me asombraba ver a unos trabajadores pintados de pimentón de la cabeza a los pies. Ellos personificaban mejor que nadie la singularidad de 'lo de aquí de la zona', como solemos decir.

Este producto tan nuestro (y que aprovecha para sazonar tantos platos) es el resultado de moler el pimiento rojo de la variedad llamada 'bola'. El cual ha de estar «sano, aseado y seco, totalmente libre de ataques de plagas o enfermedades». Es decir, justo como queremos a nuestro Real Murcia. Su elaboración pasa por tres fases: cuidados a pie de bancal, secado del fruto (al sol o por aire caliente) y, finalmente, molienda. Aunque se nos diga que su color es 'rojo intenso', la verdad más verdadera es que posee un matiz, una variante del rojo 'colorao' que le aporta su personalidad.

Quiera el dios del fútbol que el equipo nuevamente pimentonero abandone a toda prisa su fea condición de RFEF, amén.