Políticos procrastinados
LA ZARABANDA ·
Son los que siempre dejan para mañana aquello que deberían hacer hoyLa palabreja procrastinación me ha salido al paso no sé bien cómo. Pero aporta luz a las actuaciones de la clase política desde que el ... mundo es mundo. Por eso la traigo aquí: porque puede sernos provechosa. Si no, ¿de qué? Procrastinarse viene del latín y todo, no se vaya a pensar el lector otra cosa. Significa postergar o posponer actividades o situaciones que deberían emprenderse ya mismo. Sustituyen estas por otras más irrelevantes o agradables, por miedo o pereza para afrontar aquellas. Como se habrá dado cuenta el lector, esto es algo que viene que ni pintado (o como anillo al dedo) a esa mayoría abrumadora de personajes públicos que se dedican inútilmente a mejorar nuestras vidas.
El caudal de proyectos de interés general que no se hacen realidad, por culpa de la procrastinación, es todavía mayor (para nosotros los murcianos) que el tan inasequible mogollón que lleva el río Ebro. Me supongo que en cualquier gran almacén de la Administración, o esturreados por mil y un despachos, duermen iniciativas que nunca se llevaron a término. Esta es una de las mayores y más perniciosas lastras que los ciudadanos hemos de soportar. En lugar de trabajar y procurarnos realidades de utilidad para el común, los políticos procrastinados, movidos por la gandulería o el miedo a ser útiles, se dedican a parlotear, salir en la tele, ir a comidas 'de trabajo', navegar en internet, salir de compras o divorciarse por el engreimiento y falsa superioridad que les concede el cargo.
Estas ocupaciones que digo nada tienen que ver con la gestión que se espera de ellos. Y constituyen un síndrome.
–¿Me está usted diciendo que procrastinarse es una enfermedad?
Pues algo así, según he podido leer en las revistas científicas. El procrastinado, al acceder a un puesto, se queda atado de pies y manos por la fatalidad de la procrastinación. Como no quiere reconocer esta inepcia suya por miedo a que lo cesen, procurará confundir al contribuyente para que, además de contribuir, llegue a creerse que el genares cumplirá sus promesas en favor de quienes lo votaron.
En fin, ahí están las hemerotecas, donde duermen tantísimos proyectos que, de haberse llevado a cabo, nos permitirían vivir en Jauja.
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