Aquí murió el tío e los nabos
LA ZARABANDA ·
Hizo bien LA VERDAD abriendo esquela a cinco columnas, con la suspensión y muerte de históricos ferrocarriles murcianosCon la excusa de que hay que realizar las obras que completen el soterramiento del AVE en el Carmen, le van a pegar un tijeretazo, ... dicen que meramente temporal, a dos infraestructuras ferroviarias muy importantes para Murcia. Una es la línea con Lorca-Águilas. Y otra, la que desde Cartagena lleva a Madrid, pasando por Cieza y Hellín. No voy a entrar en disquisiciones de índole técnica sobre este particular. El soterramiento hay que hacerlo, desde luego que sí. Ya está menos claro que, por su 'curpa, curpita', deban cargarse esos dos trayectos que son sin duda históricos o 'de toda la vida'.
–Yo lo veo bien. Meten bajo tierra el AVE y, en acabando las obras, vuelven a funcionar las líneas que ahora se clausuran.
Eso estaría mejor traído, si el parón que proponen no durase lo que va a durar. Digo más de tres años y medio. Desde que los cerebritos decidieron que el AVE viniese a Murcia pasando por Cuenca, Monforte del Cid y Orihuela, o sea por la parte oriental, a muchos se nos encendió la bombilla que anunciaba la dejación y muerte, no tanto del viaje hasta Águilas pasando por Lorca, como del viejo y tradicional camino de hierro que siempre nos llevó a Madrid, parando unos segundos en Cieza y Hellín, entre otras poblaciones del recorrido. Con el fin de ponerle una pizca de disimulo a la cosa, circulará el que llaman 'tren regional', desde Nonduermas City hasta el Albacete trasbordante. Se incluyen (para que ese trenecillo parezca algo ferroviariamente hablando) algunos convoyes de mercancías.
Mire usted, jefe. Tontos del todo no somos los de aquí de Murcia. En otro negocio no diré que no, pero en este de las comunicaciones estamos mucho más que escaldados. El meollo de la cuestión o hueso del melocotón radica en que, pasados unos años (aunque 'solo' fueran tres y medio, que serán más), ese 'coitus interruptus' del que estamos hablando, seguro que se enrobina por el robín del tiempo y, finalmente, estira la pata.
Por eso lloramos hoy lo que perderemos mañana, diciendo: «Aquí murió el tío e los nabos». ¡Y no hay más!
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