Los que se mueren
LA ZARABANDA ·
El goteo de fallecimientos por Covid es mucho más que un datoEs tal el aluvión de estadísticas que hemos soportado durante más de año y medio, que quizás hayamos perdido una parte de nuestra sensibilidad como ... seres humanos. Los medios de difusión nos han traído una cantidad ingente de números. Y puede que esa facultad, tan humana, de sentir pena se nos haya adormecido hasta el punto de no percibir el drama que hay detrás de tantísima información sobre la marcha de esta pandemia sin final.
Quizás no sea del todo justo decir que la sociedad actual (que se autodenomina 'postmoderna', sin que sepamos muy bien qué diablos será eso) se atiene a aquello de 'el muerto al hoyo y el vivo al bollo'. Pero la verdad es que algo semejante hemos tenido ocasión de percibir. Por un lado, tomando nota con frialdad de los muertos de cada día. Y por otro, entregándose, por parte de no pocos irresponsables, a eufóricas trasnochadas en torno al botellón.
Hace nada, Sanidad nos hacía saber que, de viernes a domingo, se habían producido 39.638 contagios nuevos y 119 muertes. Escuchas eso por la radio o lo lees en el periódico y probablemente no te conmueve. El drama convertido en noticia ha perdido, de tanto repetirlo, buena parte de su fuerza. Pero es que 119 muertes en solo tres o cuatro jornadas son muchas muertes. Incluso menos serían siempre muchas.
Es cierto que el panorama de ahora mismo es diferente al de hace unos meses. La vacunación masiva ha hecho posible un respiro que alcanza a mucha gente. Pero son más los días con fallecidos que los que no. Y eso no puede dejarnos indiferentes, como si se tratara de algo que no nos incumbe. Cuando las muertes tienen lugar 'por ley de vida', forman parte de 'lo natural' y la sociedad lo considera dentro de la 'normalidad'. Es comprensible que nos afecten menos. Cada vez que alguien fallece por Covid, familiares y amigos se conmueven. Pero siendo como son esos muertos tal que agua que se escapa entre los dedos a todas horas, resulta algo canalla que una conciencia laxa nos lleve a 'los ajenos' a la indiferencia.
Nos hemos habituado a la Muerte de tanto tenerla cerca.
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