La Matrona espabila

Es esta de la Matrona una bonita leyenda que simboliza la hospitalaria manera de ser de Murcia, que desatiende a su hijo para beneficiar al ajeno. Me refiero a los rorros que no parió ella, sino diversas. Como todo el mundo debería saber, la Dama reside en la fachada del Almudí, mirando al mediodía. Fue el pintor e investigador Muñoz Barberán (mi muy llorado amigo/hermano) quien apuntó que el relieve era obra de Fernando de Torquemada, gracias a que llegó a sus manos un recibo, «por importe de veintidós reales en cuenta del escudo que hace para la obra del pósito, en enero de 1575».

La venturosa noticia de ahora mismo es que (según el reportaje que publicaba Javier Pérez Parra, no hace mucho, en LA VERDAD), la Matrona ha espabilado por fin. Y lo hace modernizando su lechera actividad, para adaptarla a los tiempos que corren.

–Esto no tendrá que ver con las mociones, ¿verdad? Pues en el caso de la Matrona hablamos de buena leche, mientras que en el rifirrafe sanestebaniano, la lechecica era más bien mala.

El lector lo ha dicho. El papel de la Matrona es lo más alejado del interés egoísta y pifostial. De manera que alabamos su disposición de trasladarse desde el viejo pósito del trigo al de la leche. Y en lugar de dar la teta a la intemperie y soportando la humedad que llega del río, podrá hacerlo disfrutando el beneficio del aire acondicionado. Todo esto es porque, en la Arrixaca...

–¿La Vieja o la Nueva?

Bueno, verá. En la que fuera Nueva, pero que se quedó Vieja. Excepción hecha del Materno Infantil (ahora Casa de la Matrona), que mudó de Nuevo a Viejo y otra vez a Nuevo por obras. Aquí será donde se reciban y administren las donaciones de matronas que quieran donar parte de su leche, con tal de alimentar a las criaturicas que así lo requieran.