Madrid es mucho Madrid

–Resuélvame una duda, si puede. ¿De qué cielo estamos hablando? Del meramente geográfico o del celestial.

Yo creo que de los dos a la vez. El cielo que nos contempla desde arriba y el cielo entendido como un lugar donde casi atan los perros con longaniza. No hay que engañarse. La categoría de Madrid no depende (aunque pueda parecerlo) de que un político o una política repita en campaña el eslogan: 'Madrid es mucho Madrid'. Su singularidad la tiene el poblachón por sí mismo. Y perdura en el tiempo, sin que haya que estar edificándola todos los días. Es algo que se percibe con solo decir tres veces (¡Madrid, Madrid, Madrid!), pero siempre que lo hagamos cantando, pues suele ser lo más apropiado.

–Pero es que la Ayuso...

No insista. Ya le digo que eso da igual. Ayuso es solo un instrumento. Algo circunstancial que surge en un tiempo concreto. Cuando decimos que en Madrid nadie es forastero, estamos reconociendo una gran verdad. Es sensación que la ha experimentado uno en sus propias carnes. Basta con que una vez en su vida (o a veces ni siquiera eso) el dicente haya viajado a Madrid. Le reconocerá en justicia que tanta fama se la tiene bien ganada. Porque, echando mano de la realidad, te topas con que no hay comunidad autónoma que aporte tanto como Madrid a las otras comunidades hermanas, que la circundan mirándola.

–Y cuánto dice usted que...

Pues, grosso modo, 6 mil millones de euros.

–Ya, pero la industriosa Cataluña...

Pues 2 mil millones. Y, para contarlo todo, 462 las Islas Baleares. Lo cual no es cosa mía. Ni siquiera de la Ayuso. Lo certifica la Fundación de Estudios de Economía Aplicada.

Y no tengo nada más que decir, caballero.