Laporta, ese hombre

Laporta era uno de los nombres del fútbol de entonces. En nuestra agenda interior se emparejaba con don Santiago Bernabéu, Kubala, Gento, Ramallets, Muñoz, Clemente, Pepe Pardo, Alconada y Vicente Carlos Campillo. Los llevamos dentro y solo necesitan una alusión para salir a la luz tal como eran. Este Laporta es como una presencia que en su día se incrustó en nuestra particular nómina de gente con arrestos. Individuos destinados a colorear nuestro paisaje particular. Están incluidos en esa lista vital y vitalicia que nos acompaña de por vida. No son parte de nuestro imaginario, sino que están sacados de una realidad que fue y nunca dejó de ser, a ver si me comprende usted.

Hay gente que se hace notar en seguida. Fijarse en Laporta. Aún no lo habían proclamado oficialmente presidente del Barcelona (me refiero al Barcelona de Las Corts) y ya estaba ejerciendo el mando. Que si arreglo lo de Messi, lo de las cuentas del club, lo de empatar por 'collons' el partido inmediato de la Champions, a pesar del 1-4 de la ida... Dándole vidilla al cargo, quiero decir. (Sobre quién le precedió, ni el nombre nos suena ya, esa es la verdad).

Dicen que es amigo incluso de Puigdemont. Pero eso ni le quita, ni le pone. Se llama, solo que en catalán, igualico que el Lapuerta (Álvaro) mandadero que anda en boca de Bárcenas. A Laporta le basta y le sobra con ser Laporta. También a Florentino, no diré que no, pero de otra manera. Con bastante menos alteza. El catalán reluce como la habanera que acaba de traerme Radio Clásica, titulada 'La bella Lola', que desprende salados aromas tipo Torrevieja.