Laporta devaluado

Lo dábamos por hecho. Porque, hablando de fútbol (y más del Barcelona), Laporta es un 'crack' nato. Un presidente milagroso. Justo lo que, en este tiempo de dificultades, necesitaba el Barcelona. Una parte de Laporta es mito. Laporta significa significativamente 'la puerta'. Es decir, la posibilidad de que entre lo que deba entrar y salga lo que deba salir. Una cosa y la otra, siempre en beneficio del Club.

–Pero, ¡cuidadito!, pues también ha sido diputado por el Parlamento de Cataluña y concejal del Ayuntamiento de Barcelona.

Mejor me lo pone usted. De 'cuidadito', nada, Eso hace que sus probabilidades de fama y éxito en la vida catalana sean aún mayores. Hasta modelarlo en 'caganer'. Tocante al fenómeno fútbol, era lo que le estaba haciendo falta al Barsa para relucir todavía más como 'joia catalana de gom a gom'. Y, concretamente, para aparejar que Messi se quedara adonde estaba.

Nadie podía sospechar que, habiendo vuelto Laporta al sillón, el ídolo catalano/universal en que (con el discurrir de los años) parecía haberse convertido aquel pibe argentino, dejara 'esta su casa' para jugar en otro equipo. Y no porque Messi apeteciera irse o quedarse, sino por el fracaso de Laporta si no consiguiera retenerlo. Ni él mismo se lo podía creer. Debió de quedarse tan de piedra como la mismísima Pedrera del Paseo de Gracia. Y por eso (es lo que se dice) decidió pasar toda una noche en oración, antes de convocar a la prensa, por si un caso San Jordi le ayudaba en tan difícil milagro.

Y como en toda temática conviene que uno barra para su viña, debo decir que Juan Zambudio (no Zambullo) Velasco, portero famoso previo a Ramallets, que dio glorias al Barsa, nació en Jumilla pronto hará cien años.