Hay cansera

Casi todos, sin embargo, se preguntan cuánto va a durar esto. Arriesgarse echándose a la calle cuando todavía las cosas no están demasiado claras, resulta ser a veces una necesidad imparable de regresar a los días en que la pandemia estaba por venir. No es bueno confiarse, pero uno comprende que el individuo ande ya superado por los cuidados y prevenciones que le piden para seguir vivo.

–Ya, pero insisto: ¿cuánto va a durar esto?

Es verdad que las sucesivas olas de contagios (ya llevamos cinco) desaniman al más pintado. Parece como si estuviésemos volviendo siempre al principio, en un 'beguin the beguine': lo que nunca termina. El pesimismo va a más. Para muchos, asoma todas las mañanas, cuando se levantan y caen en la cuenta de cuál es la realidad en la que se mueven. Por lo que toca a los científicos, aún queda mucho por conocer sobre el virus. Preocupa la capacidad de mutar del bicho, que se resiste a desaparecer o si acaso a retornar a los toriles. Aún no se conocen todos los daños que produce en aquellos que se han infectado. Hay muchas preguntas que siguen en el aire. Y cansancio, mucho cansancio ya.

Lo peor de todo es que, cuando parece que se logran avances exitosos, el buen ánimo dura muy poco. Nada más abrir la mano, vuelven los contagios adonde solían. La vacunación masiva ha traído un soplo de brisa. Pero todavía hay tela por cortar. Hemos caído en la cuenta de que, contrariamente a lo que se pensaba, los más jóvenes no están libres de la Covid. Y ahora hay que poner el énfasis en vacunarlos a todos. Las farmacéuticas ya están pensando en la tercera dosis, cuando aún no está demostrado que sean necesarias y queda tanta gente todavía no inmunizada.

Hay cansera.