Cuando AstraZeneca se viste de seda
LA ZARABANDA ·
Por mucho que pretendan camelarnos, mona se quedaHoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. Eso no lo niega nadie. Por eso se fabrican afeites y disfraces tan eficaces. Hasta el punto ... de que aquello que no es parezca serlo. Esta es la cosa. A la vacuna AstraZeneca (tan conocida por lo que viene dando de sí en las tertulias) le han cambiado el nombre. El nuevo, aunque parece que solo para Europa, es Vaxzevria.
–¡Anda con Dios! Si bueno era mi Domingo, mejor es mi Manuel.
Ya. Pero es lo que hay. AstraZeneca no resultaba fácil de digerir. Pero Vaxzevria es ya para mear y no echar gota. Quiere decirse que, en la industria farmacéutica, hay cabezas pensantes que se empeñan en tomarnos por tontos (digo a los de a pie), vistiendo de seda a la mona, sin caer en la cuenta de que, se pongan como se pongan, mona se queda.
Y esto es lo que ha pasado. Yo no sé (como sucede a mucha gente) si la Vaxzevria es mejor o peor. No tengo motivos, por mi desconocimiento científico, para suponer nada acerca de su calidad y eficacia. Está claro que pudiera ser buena, regular o mala. Son precisamente los propios fabricantes quienes, desde el principio, crearon la desconfianza entre la clientela. Primero, por salir al mercado afirmando que el producto no sería de provecho para los viejos (ni para los relativamente viejos). Cuando hay que competir con otros fármacos que sirven para cualquier edad, la Vaxzevria nace con una cojera manifiesta. Sencillamente, porque produce desconfianza.
Cuando, pasado un tiempo, otras marcas le ganan en buena fama (porque sirven para todos y, encima, son algo más eficaces), empiezan los problemas. Si, además de lo anterior, transcurrido otro tiempo, se sabe que personas vacunadas con AstraZeneca (tampoco muchas, pero sí algunas) sufren trombosis, pues qué quiere usted que le diga. Llueve sobre mojado.
Atajar la falta de confianza diciendo que, desde ahora, Astrazeneca se llamará (a ver si lo digo) Vaxzevria, pues, mire usted, a otro perro con ese hueso. Es algo que no se le ocurre ni al que asó la manteca. Será un fármaco todo lo excelente que usted quiera, pero, en este caso, la duda no tendría por qué ofender.
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