900-121212
LA ZARABANDA ·
Ese teléfono es como el que tenía un tío en GranáEste que veis más arriba no es el modelo de matrícula universal que adornará la culera de los coches, cuando estos dejen de emitir CO2 ... y el planeta pueda respirar sin ahogos. Aunque quién te asegura que no sea algo así. Lo que ha de venir (por lo que se ve y lo que se imagina) no sería prudente aventurarse ahora mismo a describirlo. Puede ser cualquier cosa. Si buena o mala, qué sabe nadie.
El 900-121212 nació en Murcia en los comienzos de la pandemia, con la misión de servir a los ciudadanos en lo referente al coronavirus. La idea era buena. Pero pronto se vio que no podía sacar adelante todo el trabajo. Su capacidad era escasa, en comparación con el número de personas que marcaban el número convencidas de que no estaría (como siembre lo estuvo) en situación de comunicando.
Lo que se instaló para tener informada a la gente, terminó siendo una tortura y origen de mil cabreos, por parte de quienes no conseguían conectarse. Durante mucho tiempo recibimos una confusa sobreabundancia de información, principalmente a través de la tele. Pero si deseas acceder a una concreta respuesta para una pregunta particular a través del 900-121212, constatas con el rostro ceñudo que vas de puto culo. Pasa lo mismo con los teléfonos que tengan que ver con Sanidad. O se han escoñado por la avalancha de llamadas o son escandalosamente escasos.
Leo que ahora (o sea, a la vejez) se va a instalar un ingenio milagroso, titulado 'Call Center' (en inglés, para variar), capaz de recibir y atender llamadas por un tubo. Al menos en comparación con lo actual. Y digo yo: ¿Cómo es que quien tuviera la idea de poner en marcha el 900-121212, no previó la cantidad de gente (aunque fuera a grosso modo) que pulsaría el número? ¿Por qué no instalaron entonces el Call ese y santas pascuas?
Estamos asistiendo, en los comicios madrileños, a unos debates pedorros y estultos en las formas y en los fondos. Y ningún aspirante a manifacero se ha referido, que yo sepa, a la importancia de no promover el malhumor ambiente, poniendo palos en las ruedas de la comunicación entre los funcionarios y el pueblo.
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