Debilidades de una idea fetiche
La eutrofización del Mar Menor no es un caso único y los estudios ya han mostrado el camino: reducción del regadío intensivo y de la contaminación en origen
Desde diversas voces se insiste una y otra vez en que la principal solución para el Mar Menor es rebajar el nivel del acuífero, asumiendo ... que la principal entrada de nutrientes a la laguna es subterránea y que bombear agua del acuífero reducirá dicha entrada. Una vez extraída y tras su desalobración, dichas voces proponen, con el beneplácito del sector agrario, reutilizarla de nuevo para regar. Sin embargo esta idea presenta debilidades de calado sobre su eficacia, fiabilidad y riesgos ambientales. Veámoslas.
Rebajar el nivel del acuífero no es lo más eficaz porque, de acuerdo con los modelos más recientes (elaborados de forma independiente por Tragsatec y por el proyecto europeo SmartLagoon), la entrada de agua por vía superficial supone en torno al 75% de la entrada total, mientras que la entrada subterránea directa supone sólo el 25%. Por tanto, actuar sobre los flujos superficiales es unas tres veces más eficaz que actuar sobre los subterráneos. Además, otras evidencias apuntan a que la principal entrada de agua es superficial y no subterránea: la salinidad del Mar Menor cambia temporalmente asociada a grandes avenidas, mientras que si la principal entrada fuera subterránea la salinidad tendría un patrón diferente y menos fluctuante. Por otra parte, la crisis eutrófica se produjo en un periodo de máxima captación de aguas subterráneas, con las desalobradoras a pleno rendimiento (que por cierto sirvieron para aumentar la superficie regada). Sin embargo, los niveles acuíferos relativamente más bajos de dicho periodo no fueron impedimento alguno para que estallara la crisis eutrófica. Por otra parte, la entrada de nutrientes por vía subterránea puede ser incluso inferior a la propia entrada de agua: las aguas subterráneas no contienen fósforo (igualmente necesario para la eutrofización) y en cuanto al nitrógeno, es necesario investigar si los flujos subterráneos pueden sufrir procesos de desnitrificación hasta aflorar en la laguna atravesando determinados sustratos como los sedimentos lagunares, tal y como ocurre en los humedales periféricos.
En definitiva, bombear agua del acuífero tendría una eficacia limitada porque actuaría sobre una proporción pequeña de la entrada total de nutrientes a la laguna. Resulta mucho más eficaz actuar sobre los flujos superficiales, que, tanto de forma ordinaria como con lluvias intensas, transportan grandes cantidades de nitrógeno y fósforo a la laguna, como muestran los modelos y evidencias empíricas.
Además de no ser la medida más eficaz, bombear agua del acuífero no es una medida fiable. Ya se implementó una actuación equivalente a finales de los años 90 con el mismo objetivo: evitar la entrada de nutrientes al Mar Menor. Se construyeron las conducciones, los bombeos de los drenajes de riego y la desalobradora del Mojón, pero este sistema, que se entregó llave en mano a la comunidad de regantes, prácticamente no llegó a funcionar porque los regantes no quisieron pagar los costes del bombeo y la desalobración. ¿Por qué una actuación que ya fracasó porque los regantes no quisieron pagar sus costes de funcionamiento tendría éxito ahora, cuando el estudio económico del proyecto Vertido Cero señalaba en 2019 unos costes económicos en torno a los 0,45 €/m³ sin contar los costes de la imprescindible desnitrificación de las salmueras?
En cuanto a los riesgos ambientales, no son desde luego menores. El principal es que a día de hoy no se cuenta con un sistema de desnitrificación funcional y con eficacia demostrada para el enorme volumen de salmueras con altos contenidos en nutrientes que se generaría. Pero incluso si en algún momento se contara con dicho sistema, se trata de una medida 'de final de tubería', de forma que cualquier incidencia provocará nuevos flujos contaminantes. La experiencia demuestra que estas incidencias terminan ocurriendo, las cuales incluyen no bombear en determinados momentos por disponer de recursos hídricos más baratos, así como la ocurrencia de averías y accidentes. Según donde ocurran tales incidencias, los flujos contaminantes irán a parar al Mar Menor o al Mediterráneo, donde hay ya procesos iniciales de eutrofización y de afección a las praderas de posidonia oceanica, un hábitat protegido y esencial para la conservación de nuestras costas.
El empecinamiento en bombear agua desde el Cuaternario trasluce una grave confusión de objetivos. El problema es la contaminación, no el agua y por tanto el objetivo tiene que ser eliminar la contaminación, no generar más recurso hídrico para el regadío. La eutrofización del Mar Menor no es un caso único en el mundo y los problemas generados por el regadío intensivo de su cuenca tampoco. Los múltiples estudios y experiencias a nivel internacional ya han mostrado el camino a seguir: reducción del regadío intensivo y de la contaminación en origen, soluciones basadas en la naturaleza (setos, filtros verdes, humedales) y complementariamente bioestimulación de la desnitrificación natural y biorreactores, para una solución eficaz, eficiente, robusta y duradera.
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