Sembrar vientos
Así me parece ·
Sólo hay una solución: la reforma de la Constitución, para definir con nitidez las competencias no delegables y no transferibles del EstadoEn mi opinión, desde hace siete u ocho años, los dos grandes partidos españoles, el PSOE y el PP, se están equivocando en lo fundamental. ... Ambos se están dedicando a abrir fosos, a construir muros infranqueables, a marcar distancias insalvables, a hacer imposibles los diálogos razonables; en definitiva, a sembrar vientos, sin importarles que en el futuro recojamos tempestades que puedan hacer naufragar nuestra convivencia democrática.
En España tenemos muchos problemas. La desigualdad social, el desempleo, el acceso a la vivienda, la inmigración y su integración, la violencia de género, el cambio climático... Pero sólo hay un problema que puede hacer peligrar nuestra convivencia, y que puede poner en riesgo la paz, la libertad y la democracia que hemos disfrutado estos últimos cuarenta y cinco años. Me refiero al separatismo vasco y catalán. El sistema de descentralización autonómica del Título VIII de la Constitución se concibió para neutralizar las aspiraciones de los separatistas vascos y catalanes. En esta cuestión, la Constitución ha fracasado. Las regiones españolas gozan de más autonomía y de más competencias que las de un Estado federal como es Alemania. Pero esto no ha satisfecho a los separatistas. Para ellos, la autonomía no es más que una etapa en el camino a la independencia. Y, durante todos estos decenios, han ido sólo a lo suyo, a conseguir más transferencias de competencias y más financiación, sin importarles en absoluto ni los intereses generales de España ni la imprescindible solidaridad entre todas las regiones. El trapicheo que se han llevado con todos los Gobiernos del Estado que necesitaban sus votos en el Parlamento está alcanzando ahora cotas irritantes con Junts, que humilla al Gobierno de Sánchez con sus exigencias, y que nos avergüenza a todos con lo que está consiguiendo.
La situación empieza a ser insostenible, y, además, se agrava día a día. Y, basta ya de sandeces, no cabe ninguna 'normalización' de la vida política, ni en Cataluña ni en el País Vasco. Los separatistas de una y otra región no pararán de incordiar hasta alcanzar la independencia.
Habría una solución fácil: concederles la independencia, que se vayan de una vez y que nos dejen en paz. Pero esta solución es absolutamente imposible. De consentirla, estaríamos traicionando todo un inmenso legado histórico de unidad, que las actuales generaciones no tenemos derecho a dilapidar. Estaríamos desconociendo los grandes vínculos de cohesión y de identidad común que nos vinculan a Cataluña y Vascongadas. Y estaríamos vulnerando el principio de unidad en que se fundamenta nuestra Constitución de 1978, y que las Fuerzas Armadas tienen el deber constitucional de conservar. Con lo cual, acabaríamos también con la paz, la democracia y la libertad del resto de los españoles. Y no podemos dejar a la mayoría de catalanes y de vascos, que no son separatistas y que quieren seguir siendo españoles, en manos de esos separatistas identitarios que los marginarían y los discriminarían. No, esta solución no es posible. No se puede ni pensar. Digámoslo claro y alto: que pierdan todas las esperanzas los separatistas, porque la mayoría de los españoles no concebimos un futuro de España sin Cataluña y sin el País Vasco.
Si no podemos seguir en este tortuoso proceso de vaciamiento del Estado central, y si no podemos darles la independencia a catalanes y vascos, entonces, ¿qué podemos hacer? Sólo hay una solución: la reforma de la Constitución, para definir con nitidez las competencias no delegables y no transferibles del Estado, y para establecer la foto fija de las competencias de las comunidades autónomas. Es discutible si el Estado debe, o no, recuperar competencias, como la Justicia, la Sanidad, la Educación y la Cultura. Para mí, sí.
Ahora bien, para llevar a cabo la reforma de la Constitución es imprescindible el acuerdo entre el PSOE y el PP, entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Y aquí radica el tremendo error de ambos. Sus respectivas mezquindades están haciendo imposible cualquier acuerdo. Pedro Sánchez se ha entregado a los separatistas catalanes, y está pasando por humillaciones absolutamente vergonzosas. Y todo por continuar en La Moncloa, por impedir que pudiese ganar las elecciones el PP. Es indignante que Pedro Sánchez aguante tanto. Después de las angustias que ha sufrido esta semana para aprobar dos decretos leyes, ¿a qué espera para romper sus pactos de coalición, retirar la proposición de ley de amnistía, y amenazar claramente a sus supuestos aliados con que o apoyan gratis y sin rechistar, o a elecciones generales?
Y también es reprochable la mezquindad del PP, que, con tal de desprestigiar a Pedro Sánchez, prefiere entregarlo a las garras de los separatistas, en lugar de intentar pactos concretos en defensa de los intereses generales de los españoles. La actitud montaraz y agresiva del PP pone de manifiesto que quizás se ha olvidado de que su objetivo político, como partido con responsabilidad histórica, no debe ser aniquilar a Pedro Sánchez, sino evitar a toda costa que los separatistas rompan la unidad de España.
De este modo, cuando lleguen las tempestades, que nadie se llame a engaño.
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