Los puentes del diálogo
Así me parece ·
Hay que huir de los discursos emocionales, que buscan el aplauso fácil, y volver al discurso racional, el que intenta convencer con argumentosEn la investidura de Pedro Sánchez no ha ocurrido nada que no estuviera previsto. Ni siquiera ha sorprendido que los socialistas pareciesen que tuvieran mucha ... prisa en concluir este trámite, y que empezase a caer en el olvido todo lo sucedido.
Sin embargo, en mi opinión, quizás haya llegado el momento de pararse a reflexionar. En España, la situación política actual no es buena. Hay demasiada tensión, demasiada crispación. Y quizás sea hora de distender, de tranquilizar los ánimos. La base social que apoya al PP (y la que apoya a Vox) está indignada con la amnistía y con los pactos de investidura. Este estado de ánimo colectivo no puede atemperarse ni moderarse fácilmente, ni de un día para otro. Porque es una indignación profunda, y porque sus causas persisten. Continuarán, por consiguiente, los deseos colectivos de manifestar públicamente la disconformidad. Algunos exaltados seguirán acosando las sedes del PSOE. Se afilarán las enmiendas a la proposición de ley de amnistía, y se seguirán preparando los recursos ante el Tribunal Constitucional y ante las instituciones europeas. Durante algunos meses más, el discurso de los políticos de derechas seguirá siendo duro y descalificador; se llegará al insulto personal e incluso se negará la legitimidad del Gobierno. Y si esto va a ocurrir en el bloque de la oposición, otro tanto parecido sucederá en los partidos que apoyan al Gobierno. Lo más grave es que el PSOE, a raíz de los pactos de investidura, se sentirá débil, dividido y en franco declive electoral por la pérdida de credibilidad de Pedro Sánchez. Además, la coalición con Sumar le va a resultar incluso más incómoda que la que sufrió con Podemos. Y si a esto unimos el histrionismo histérico de los separatistas, lo más probable es que esta legislatura se convierta en un vía crucis para el PSOE. Y todo ello hará que los dirigentes del PSOE se vuelvan mucho más agresivos. Su lenguaje distará mucho de ser moderado. Y responderán con dureza y con insultos a todos los que les descalifiquen.
Pero, ¿a dónde nos puede llevar esta situación? ¿Qué va a ocurrir en este país si desde la derecha y desde la izquierda seguimos sembrando odio? Desde luego, nada bueno. Por eso creo yo que es responsabilidad exclusiva de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez Feijóo acabar con esta peligrosa deriva. Los dos grandes partidos deberían retomar el camino de la moderación, deberían restablecer los puentes del diálogo y la concordia. Y no solo para evitar que el conflicto social y político llegue a mayores, sino fundamentalmente por su propio y sincero convencimiento de que ambos partidos, el PSOE y el PP, son imprescindibles para garantizar la paz y la libertad. Ambos representan a amplios sectores de la sociedad integrados por personas que se consideran moderadas, y que con sus estruendosos silencios están pidiendo que los dos líderes dialoguen, y que se entiendan. Hay una convicción bastante generalizada de que España necesita efectuar importantes y trascendentes reformas. Y de que estas reformas solo serán posibles con el acuerdo básico de los dos grandes partidos. Hay que reformar el Título VIII de la Constitución, y el sistema electoral, y la financiación de las comunidades autónomas, y el sistema tributario, y la educación... y todas estas grandes reformas solo serán posibles si el PP y el PSOE son capaces de regresar a la moderación y de evitar la voladura de los puentes del diálogo y la concordia.
Se me dirá que este planteamiento es utópico, que ni el PP ni el PSOE están dispuestos a entenderse
Pero, se me dirá, tal y como están las cosas, ¿cómo se hace esto? En mi opinión, ambos líderes políticos deberían adoptar dos tipos de medidas:
1. Unas, de carácter formal: hay que recuperar las buenas formas. Hay que excluir el lenguaje catastrofista y exagerado. Hay que huir de los discursos emocionales, que buscan el aplauso fácil y encendido, y volver al discurso racional, el que intenta convencer con argumentos. Será la razón, y no la emoción, la que salve nuestra convivencia. Que no se empleen gratuitamente palabras gruesas. Que se reconviertan los demagogos en políticos serios.
2. Pero otras medidas deberían ser de fondo. Ambos partidos deberían aceptar que uno y otro se necesitan mutuamente. El PSOE debería entender que es mejor llegar a acuerdos con el PP que depender del chantaje de los comunistas o del egoísmo aldeano de los separatistas. Y el PP, por su propio interés, pero también en aras del interés general, debería comprender que la mejor forma de neutralizar a los comunistas y separatistas es hacerlos irrelevantes, de modo que su voto en el Parlamento no sea necesario, porque el Gobierno del PSOE llegue a saber que puede contar con el apoyo de los diputados del PP en unas cuantas cuestiones importantes.
Se me dirá que este planteamiento es utópico, que ni el PP ni el PSOE están dispuestos a entenderse. Sin embargo, habrá que reconocer que esto, por muy utópico que parezca, es lo que verdaderamente le conviene a este país. No está, pues, de más, que lo exijamos.
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