La historia no siempre se repite. Los que no somos socialistas, lo pasamos mal con lo de la 'Gürtel' y otras tramas de corrupción que ... enfangaron la vida del PP en la década pasada. Fue un tormento contemplar cómo un exministro de Aznar ingresaba en la cárcel, o cómo los policías detenían en su domicilio a Rodrigo Rato, que había sido todopoderoso vicepresidente del Gobierno; por no hablar de la chapuza de la llamada «policía patriótica». En aquellos años negros de sobresaltos y pesimismo, tuve que acudir a un funeral en Mula, para despedir a un entrañable amigo. Allí me encontré con algunos viejos militantes de AP, de los que habían fundado el partido en la localidad, y pagaban de su bolsillo los gastos de la sede. Estaban avergonzados por lo que oían en la radio y veían en la televisión. Uno de ellos me dijo: «Esto no es por lo que estuvimos luchando nosotros». Y aún nos quedaba ver cómo en 2018 el Tribunal Supremo dictaba una sentencia en la que condenaba al PP como partícipe de la corrupción, y se montaba una moción de censura que acabó con Mariano Rajoy y dio paso a Pedro Sánchez.
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Después de tanto sufrimiento moral, se comprende que los que no somos socialistas, en el fondo de nuestra alma, y aunque no lo confesemos, estemos deseando venganza: que la historia se repita, pero al revés; y que podamos acabar con Pedro Sánchez con la misma medicina que él le aplicó a Mariano Rajoy. Nos gustaría, en efecto, que Pedro Sánchez muriese políticamente ahogado por la corrupción de su Gobierno, de su partido y de su entorno familiar. De ahí que se nos hayan alegrado los entresijos cuando Núñez Feijóo anunció que la semana pasada iba a ser la «semana de oro», con declaraciones ante los órganos judiciales de Aldama, Koldo, Ábalos y Begoña Gómez. Se nos ha dicho que, tras esta semana de vía crucis judicial, Pedro Sánchez no tendría más remedio que dimitir. A los viejos del lugar esto nos ha recordado aquello que decía Aznar: «Márchese, señor González».
Tras estas llamativas actuaciones judiciales, ¿se repetirá la historia? ¿caerá Pedro Sánchez como cayó Felipe González? ¿o será víctima de una moción de censura como Mariano Rajoy?
Las imputaciones a Begoña Gómez son tan llamativas como judicialmente insustanciales
Es comprensible que los militantes y simpatizantes del PP, o de Vox, estén deseando que algo de esto ocurra. Sin embargo, creo yo que, tal y como están las cosas, la historia no se va a repetir. La corrupción no va a acabar con Pedro Sánchez. Al menos, con los supuestos de corrupción que ahora conocemos. Es cierto que, con todo respeto a la presunción de inocencia, casi nadie duda de que en el 'caso Koldo-Ábalos' algo hay. Y no porque sea creíble el señor Aldama, sino porque hay indicios de enriquecimiento de los investigados. Sin embargo, no es menos cierto que se trata de un asunto 'encapsulado', que desprestigiará al PSOE y al Gobierno de Pedro Sánchez, porque Ábalos fue secretario de organización y ministro del Gobierno, pero que no terminará enfangando ni al partido ni al Gobierno. Cuando se supo algo, el PSOE reaccionó con prontitud y agilidad construyendo cortafuegos: le pidió a Ábalos que abandonase el escaño; le expulsó, después, del grupo parlamentario, y le abrió expediente disciplinario como militante. No creo que se pueda implicar ni a la presidenta del Congreso ni al ministro Torres. Pero, aunque así fuese, ello no supondría la caída de todo el Gobierno. Esta convulsión política y judicial no acabará con Pedro Sánchez.
Otra cosa bien diferente son los procesos penales abiertos a familiares de Pedro Sánchez. Las imputaciones a Begoña Gómez son tan llamativas como judicialmente insustanciales. La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil no ha apreciado ningún indicio de conducta delictiva atribuible a la esposa de Pedro Sánchez. La Fiscalía se ha negado a acusar. Tarde o temprano, el diligente juez Peinado terminará sobreseyendo.
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Y en cuanto al hermano de Pedro Sánchez, tengo menos información. Pero ha sido significativo que alguna acusación particular le atribuyese un patrimonio de un millón y medio de euros, y haya resultado que este hombre apenas cuenta con setenta mil euros.
No digo esto porque me guste ser aguafiestas. Lo que intento afirmar es que el PP se está equivocando de estrategia: la historia no se va a repetir. No debería apostarlo todo a la carta de la corrupción. Porque Pedro Sánchez terminará cayendo, pero no por la corrupción, sino por el propio peso de sus graves errores políticos, derivados bien de su pacto con los comunistas, bien de sus cambalaches con los separatistas. Y en estos puntos débiles es donde debería insistir el mensaje político del PP.
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Lo que importa es ganar las elecciones con mayoría absoluta; que el PP pueda gobernar sin necesidad del apoyo de otros. Pero esto sólo lo conseguirá si convence a esos tres millones de españoles moderados, a los que no les hace ninguna gracia que los mensajes políticos que reciben se refieran exclusivamente a los asuntos judiciales del Gobierno.
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