Opinión

Preparados para lo peor

Así me parece ·

A pesar del esfuerzo de Kamala Harris, llegan malas noticias de Estados Unidos. Las encuestas favorecen a Donald Trump

Domingo, 3 de noviembre 2024, 07:23

En todo proceso electoral, hay un momento en el que cualquier candidato podría recordar lo que dijo Julio César al cruzar con las legiones el ... Rubicón: «la suerte está echada» ('alea iacta est'). Ya no hay marcha atrás. Todo está decidido. Kamala Harris ha hecho todo lo que ha podido. Se merece nuestra gratitud. Recordemos, si no, aquellas semanas amargas de julio pasado. El candidato demócrata, Joe Biden, había manifestado de modo alarmante sus limitaciones seniles en un enfrentamiento televisado con el candidato republicano. Donald Trump no tuvo que hacer nada. Sólo contemplar cómo se desmoronaba su adversario. Durante los días siguientes, las expectativas electorales del Partido Demócrata se desplomaron. Cundió el pánico en Estados Unidos y en medio mundo. Inexorablemente, iba a ganar Trump. A mayor abundamiento, Biden se negaba a reconocer su decadencia mental, y quería continuar como candidato demócrata. Lo cual hundía aún más en las encuestas al Partido Demócrata. Pasadas unas semanas, se impuso el sentido común. Biden renunció a la candidatura. Y los demócratas proclamaron candidata a Kamala Harris. Hubo días de euforia. Estallaron nuevas esperanzas. La candidata suscitó adhesiones y entusiasmos. En el debate televisado con Trump, estuvo brillante y políticamente atractiva. Las encuestas decían que podía ganarle a Donald Trump. No sólo en voto popular, sino también en el número de compromisarios.

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Sin embargo, todas aquellas esperanzas se han esfumado. A pesar del esfuerzo de Kamala Harris, llegan malas noticias de Estados Unidos. Las encuestas favorecen a Donald Trump. Y parece que el próximo martes va a ganar, salvo milagro, que no se espera.

Desde hace unos días, sesudos analistas tratan de explicarnos las razones de la posible victoria del Partido Republicano. Se dice que el norteamericano medio está preocupado por la inflación, que deteriora su poder adquisitivo, y considera más preparado a Trump para tomar decisiones en materia económica. Algo parecido ocurre en relación con la inmigración. Otros destacan los errores del Partido Demócrata, al apoyar a Netanyahu, lo que le resta votos entre la juventud y entre las minorías musulmanas. También dicen que el Partido Demócrata ha cometido el grave error de pensar que era homogéneo el voto del sector de población de origen hispano, o el de raza negra, cuando no es así…Y algunas otras razones más.

Personalmente, agradezco estos análisis. Pero siempre me ha ocurrido que, a pesar de las explicaciones, hay cosas que nunca entenderé. Por ejemplo, nunca he entendido que un pueblo tan inteligente y culto como el italiano votase a una persona como Silvio Berlusconi; o que el Reino Unido apoyase masivamente a Boris Johnson y decidiera el 'Brexit'. Y ahora me pasa lo mismo: no entiendo a esos millones de norteamericanos que votan a Trump. ¿Acaso no han visto todavía que es un personaje narcisista, ególatra, vanidoso, que miente sin pudor y que es muy peligroso porque no respeta las normas de la propia democracia norteamericana? ¿Qué pruebas necesitan esos votantes para reconocer que el 6 de enero de 2020 Donald Trump quiso dar un golpe de Estado? ¿Es que no quieren ver que se trata de un delincuente convicto, pendiente de sentencia, y que no le temblará el pulso si tiene que poner en riesgo la convivencia democrática de los norteamericanos, si esto a él le beneficiara? ¿a qué espera ese electorado del Medio Oeste para abrir los ojos?

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Esta semana, el novelista Richard Ford, que es un norteamericano demócrata, ha publicado un artículo en varios periódicos de algunos países occidentales. En él anima a sus conciudadanos a seguir luchando hasta el próximo martes 5 de noviembre, para evitar la victoria de Donald Trump. Pero da por supuesto que esta desgracia es ya inevitable. La suerte está echada. Y más nos vale prepararnos para lo peor. Ford intenta en su artículo animar a los norteamericanos demócratas con dos argumentos: uno, las instituciones sólidas de la democracia norteamericana frenarán las tropelías de que es capaz Trump. Esto está bien como esperanza, pero ya veremos. Y el otro argumento es que hay que regenerar al propio Partido Demócrata para conectarlo más con la realidad de los problemas que preocupan al norteamericano medio; sin caer en el populismo, pero alejándose un poco del elitismo que practican algunos de sus dirigentes, formados en las mejores universidades del país.

En lo que respecta a Europa, estar preparados para lo peor va a significar asumir en solitario el apoyo a Ucrania contra Putin, incrementar los presupuestos de Defensa, reforzar la dimensión europea de la OTAN, y dejar de ser unos ingenuos en el comercio internacional. Deberíamos limitar nuestra dependencia del exterior en materia energética y en relación a productos básicos para el desarrollo industrial. Europa, además, debería volver a ser una potencia mundial en agricultura y ganadería.

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En fin, España tendrá que seguir las políticas europeas. Y defender, en la medida de lo posible, nuestro aceite y nuestros vinos de esos aranceles con los que nos amenaza Trump. No obstante, ojalá me equivoque. Ojalá no sea necesario prepararnos para lo peor. Ojalá el próximo martes no gane Trump.

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