Así me parece

Nueva época

Ha sido Trump, con toda la tosquedad y brutalidad que le caracteriza, el que ha roto definitivamente la confianza de Europa en Estados Unidos

En la reunión del Consejo de la UE, celebrada en Bruselas el pasado 6 de marzo, el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, dijo que ... es una paradoja que 500 millones de europeos le estemos pidiendo a 300 millones de estadounidenses que nos defiendan de 140 millones de rusos. Dicho así, en foto fija, sí que parece una paradoja. Sin embargo, desde una perspectiva histórica, no lo es en absoluto.

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Cuando estaba a punto de terminar la II Guerra Mundial se tomaron los acuerdos de Bretton Woods para regular el comercio internacional; se creó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; y se constituyó, como sucesora de la Sociedad de Naciones, la ONU, como intento de evitar en el futuro nuevas guerras. En definitiva, se creó un nuevo orden mundial. Y comenzó un periodo conocido como Guerra Fría, caracterizado por la tensión entre los países comunistas, con una URSS hegemónica, y el llamado mundo libre, el de las democracias occidentales, lideradas por los Estados Unidos de América.

Se admitió por casi todos los Estados de Occidente que USA ejercía el liderazgo económico, político y moral del mundo libre. Y, en ejercicio de ese liderazgo, USA hizo muchas cosas buenas. Ayudó a que Europa resurgiese de las ruinas de la guerra a través del 'plan Marshall'; y se creó la OTAN, para la defensa de Europa y América. Hubo una excelente colaboración militar de todos los Estados con USA. Se establecieron bases militares en los territorios de muchos Estados europeos, entre ellos España. Las buenas relaciones estaban basadas en la confianza. Estados Unidos era un aliado fiable, y podíamos estar tranquilos. Estábamos seguros de que USA nos defendería y nos protegería de cualquier agresión injusta. Hubo, sin embargo, excepciones.

Lo que pase en Europa nos interesa muchísimo más que lo que le vaya a ocurrir a Begoña Gómez o a Díaz Ayuso

El general De Gaulle nunca se fio de los estadounidenses. Sacó a Francia de la OTAN, y desarrolló su propio sistema de defensa, incluyendo los mecanismos nucleares. Y la otra excepción fueron algunos partidos de izquierdas, que se declaraban siempre pacifistas y antiyanquis, pero que conservaban un extraño amor a Moscú, incluso después de que los tanques soviéticos exterminaran en Budapest y en Praga los incipientes brotes de libertad.

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La caída del muro de Berlín, en 1989, significó el final de la Guerra Fría. Sin embargo, las relaciones entre USA y Europa siguieron siendo de absoluta confianza y amistad. Casi todos los Estados que integran la UE pertenecen a la OTAN, en donde la hegemonía estadounidense es total. Se mantuvieron las bases militares en territorio europeo. Y continuó la confianza en que la defensa de Europa le correspondía a los Estados Unidos, que contaba para ello con los suficientes medios humanos y materiales.

Hasta ahora, pues, no había sido ninguna paradoja el que tantos millones de europeos confiásemos en que los Estados Unidos nos protegería y defendería. Esta defensa, sin duda, les suponía a los norteamericanos un coste muy elevado. Pero era el peso de la púrpura, que USA asumía.

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Es verdad que desde hace más de veinte años varios presidentes de los Estados Unidos de América han estado avisando a Europa de que debería, poco a poco, ir asumiendo su propia defensa, descargando a Estados Unidos de esta responsabilidad. Sin embargo, ha sido Donald Trump, con toda la tosquedad y brutalidad que le caracteriza, el que ha roto definitivamente la confianza de Europa en Estados Unidos, y el que nos ha hecho mirar de frente a la necesidad imperiosa de que Europa asuma su propia defensa. Puede que, a lo largo de su mandato, el inestable Trump afloje en su animadversión hacia Europa. Y estoy seguro de que el próximo presidente, si es que llega a haberlo dentro de cuatro años, cambiará definitivamente estas políticas rupturistas de Trump. Sin embargo, tras lo ocurrido, después de Trump, ya nada será lo mismo. El cristal de la confianza se ha roto definitivamente, y será imposible restablecerlo en el futuro.

En esta nueva época, Europa debe asumir su propia defensa, lo que significa rearmarse e incrementar notablemente los gastos militares. A nivel de Europa, creo que los líderes están a la altura de las circunstancias históricas. Me gusta lo que dicen y hacen Úrsula Von Der Leyen, o Macron, o Starmer, o incluso Pedro Sánchez.

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Sin embargo, de puertas adentro, no me está gustando lo que estoy viendo y oyendo. No es momento de continuar con las trifulcas internas. No es momento del 'tú más'. Los españoles estamos deseando ver que los dos grandes partidos son capaces de ponerse de acuerdo en un asunto tan grave como la situación que estamos viviendo. ¿Es que no se dan cuenta de que la guerra de Ucrania ha desatado una crisis existencial para toda Europa? A los españoles nos gustaría que los políticos estuvieran a la altura de los tiempos. Lo que pase en Europa, el que seamos capaces de apoyar a Ucrania y de defender por nosotros mismos las ideas y valores de nuestras democracias, nos interesa muchísimo más que lo que le vaya a ocurrir a Begoña Gómez o a Isabel Díaz Ayuso. Se lo aseguro.

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