Necesitamos un partido liberal

Así me parece ·

El único vínculo de cohesión entre el BNG, Bildu, PNV, ERC, Junts, Sumar, Podemos y Compromís era el miedo a un Gobierno del PP con Vox

Domingo, 24 de noviembre 2024, 09:39

El razonamiento es claro y sencillo. Primera premisa: con el Gobierno de Pedro Sánchez tenemos un problema. Es un Gobierno en precario. Se sabía que ... iba a ser así. Tras las elecciones generales de julio del año pasado, ya se advirtió que era poco menos que imposible garantizar la estabilidad de un Gobierno con apoyos parlamentarios tan heterogéneos. El único vínculo de cohesión entre el BNG, Bildu, PNV, ERC, Junts, Sumar, Podemos y Compromís era el miedo a un Gobierno del PP con Vox. Pero esto quizás sea suficiente para sostener al Gobierno, pero no para legislar, ni reformar, ni simplemente administrar. Las dificultades extremas de esta semana para sacar adelante una mínima y fragmentaria reforma fiscal han puesto de manifiesto toda la precariedad y la debilidad de este Gobierno. A estas alturas, muchos españoles nos preguntamos: ¿Es posible gobernar así durante tres años más?

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Segunda premisa: también tenemos un problema con la oposición. El horizonte de la alternativa política no es muy halagüeño. Las encuestas nos dicen que el PP ganaría las elecciones, pero sin mayoría absoluta; que necesitaría a Vox para gobernar. Y esta perspectiva no es muy ilusionante para varios millones de españoles que se consideran moderados. Y así, necesariamente, nos preguntamos: ¿por qué el PP no vuelve a ganar con mayoría absoluta, como lo hizo en dos ocasiones en el pasado? Los politólogos apuntan a varias causas. Pero hay una recurrente: las elecciones se ganan con el voto de centro, es decir, con el voto de esos tres o cuatro millones de españoles que se afincan políticamente en la moderación. En esto consiste el famoso 'viaje al centro' del partido conservador. En la década de los ochenta del siglo pasado, lo emprendimos de modo muy resuelto los dirigentes de la AP de entonces. Esto permitió la victoria de Aznar por mayoría absoluta. Después Mariano Rajoy, con su pragmatismo, y su «política para adultos», supo convencer a su electorado de que el PP era un partido moderado, centrado; y obtuvo una mayoría absoluta, que sólo se perdería con los escándalos de corrupción. Cuando Alberto Núñez Feijóo vino a Madrid, surgió la esperanza de que el PP iba a volver a ser un partido moderado, que se abandonaría la espiral de crispación y las continuas reyertas políticas. El propio Feijóo dijo que había venido no a insultar, sino a gobernar. La esperanza, sin embargo, duró poco. El PP de Feijóo es ahora un partido radicalizado, que crispa como el que más la vida pública, que insulta y descalifica sin mesura y sin temor, y que, en su afán de destruir a Pedro Sánchez y a su equipo, ha perdido el sentido del Estado, y se va a Bruselas a ejercer la oposición, sin considerar que esto puede perjudicar a los intereses generales de España. De este modo, el PP, en unas futuras elecciones generales, crecerá hacia la derecha, quitándole votos a Vox, pero no crecerá hacia el centro. Las salidas de tono de Díaz Ayuso, de Gamarra, o Tellado no ilusionan precisamente al electorado moderado del centro derecha. Así las cosas, si nada cambia, el PP puede ganar las elecciones generales. Pero difícilmente podrá gobernar sin el apoyo de Vox.

Conclusión: necesitamos un partido de centro, moderado y liberal, que revalorice el voto de los ciudadanos que huyan de radicalismos y crispaciones, y que quieran apoyar a un partido que pueda pactar tanto con el PP como con el PSOE, para formar el Gobierno de la nación.

El PP de Feijóo es ahora un partido radicalizado, que crispa como el que más la vida pública

En mi opinión, actualmente en España un partido liberal podría conseguir más de tres millones de votos. Los cuadros de este partido deberían estar constituidos por personas que ya hayan demostrado en la vida que son capaces de tener su propio trabajo y de ejercer su profesión al margen de la política. Gente que venga a la política comida y bebida, y que tenga dónde volver una vez que termine su labor política. Y estos cuadros, promotores e impulsores del partido, deberían lanzar a la sociedad un mensaje serio, reflexivo, ponderado, abierto al diálogo y a la colaboración; sin dogmatismos y sin rigideces. Y respetuoso, muy respetuoso, con las personas y con las ideas de otros partidos políticos.

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Alcanzando unos cincuenta escaños, el Partido Liberal decidiría el futuro de España. Podría pactar con el PSOE o con el PP, y garantizar la estabilidad de los gobiernos, sin que el PSOE dependiese de los comunistas de Podemos o de Sumar; sin que el PP dependiese de Abascal y de su partido; y sin que ninguno de los dos volviese a depender en el futuro de los separatistas vascos o catalanes. Un partido liberal, situado en el centro, entre el PSOE y el PP, facilitaría el diálogo entre ambos grandes partidos. Y entonces quizás incluso sería posible la reforma del Título VIII de la Constitución y la reforma del sistema electoral.

Ahora bien, ¿quién está dispuesto a hacer todo esto? Porque se necesitan personas de cierta calidad, financiación suficiente y mucho esfuerzo de organización. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato?

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