La mirada de esos niños palestinos
Así me parece ·
Ningún europeo debería resignarse a que todo un pueblo muera de hambre porque así lo ha decidido un personaje llamado NetanyahuNos temíamos lo peor. Presentíamos, en octubre de 2023, que, tras los crueles asesinatos y secuestros de Hamás, la reacción de Netanyahu iba a ser ... brutal, desproporcionada y despiadada. Por eso, incluso antes de producirse, algunos hablábamos ya del horror que se iba a causar en Gaza. Y, lamentablemente, todos nuestros peores augurios se han cumplido. Y con creces. Lo que está ocurriendo en Gaza es mucho peor de lo que podíamos imaginar. Oficialmente, ya hay más de cincuenta y dos mil muertos, entre ellos quince mil niños, que bajo ningún concepto podían ser considerados sospechosos de pertenecer a Hamás. Se bombardean diariamente escuelas y hospitales. Se arrasan las ciudades y los pueblos, hasta no dejar piedra sobre piedra. Se está obligando a la población civil a continuos y periódicos desplazamientos hacia zonas supuestamente seguras, que de la noche a la mañana dejan de serlo. Y se bloquea la entrada a la Franja de agua, alimentos y medicinas; se está intentando matar de hambre e inanición a los dos millones de gazatíes que aún sobreviven. Muchos niños han muerto ya de hambre. Otros están a punto de hacerlo. Las televisiones nos muestran sus cuerpecitos famélicos, de brazos, piernas y rostro de una delgadez cadavérica, y con el vientre abultado; y esos ojos, negros, brillantes, enormes en relación a sus caras enflaquecidas, y que nos miran interrogantes, como si nos preguntasen a todos sobre lo que les está pasando, puesto que ellos ni lo entienden ni lo pueden entender. Hay que tener un corazón de piedra para no conmoverse ante las miradas de esos niños palestinos moribundos.
Y ¿por qué ocurre todo esto? Lamentablemente, los occidentales, los que a nosotros mismos nos consideramos herederos de los valores de la Ilustración, ni siquiera nos ponemos de acuerdo al calificar lo que está ocurriendo en Gaza. Algunos dicen que, como los de Hamás son unos asesinos, la reacción de Netanyahu está justificada. La ley del Talión.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas. La Humanidad, en estos últimos siglos, ha conseguido ciertos progresos éticos, ciertos principios que se deben respetar en las comunidades civilizadas. Algunos de estos principios morales se han convertido en normas de Derecho Internacional. Tras el Holocausto y los crímenes de guerra de Hitler, se intentó fortalecer el mecanismo de reacción del Derecho Internacional. En 1948, la ONU publicó la tabla de derechos humanos. Y, poco a poco, los tribunales internacionales han ido definiendo lo que debe calificarse como crímenes de guerra, así como las conductas que se han de considerar genocidio.
Lo que está haciendo Israel en Gaza, empleando una fuerza desproporcionada y brutal contra la población civil, y causando continuos desplazamientos forzosos de la población, constituye supuestos claros de crímenes de guerra. Y el someter a los palestinos al hambre, a la enfermedad y a la muerte, bloqueando el acceso de alimentos y medicinas, se trata de un verdadero genocidio. Y no caben paliativos ni eufemismos. Vean la definición de genocidio en el Diccionario de la RAE. El tremendo crimen de genocidio del pueblo palestino no se ha consumado todavía del todo. Pero Israel, si los dejamos, está en ello.
¿Cómo es posible que la Comunidad Internacional haya permitido estos crímenes de guerra y este genocidio? La respuesta es sencilla: porque no podía evitarlo sin el empleo de la coacción y la fuerza. Las normas de Derecho interno son coactivas: si no se cumplen, el poder coactivo del Estado restablece el orden jurídico perturbado. En el Derecho Internacional no hay ningún poder coactivo. Las normas se cumplen si los Estados quieren que se cumplan. Depende de su voluntad. No hay un poder coactivo que les obligue a ello. La ONU puede efectuar reproches morales y retóricos cuando se incumple el Derecho Internacional. Pero no puede obligar coactivamente a los Estados a cumplirlo. Por eso Israel se ríe de la ONU. Sólo le importa que Estados Unidos le apoye. Y ya saben lo que opina Trump sobre convertir la Franja de Gaza en un 'resort', para lo que los inversionistas estadounidenses necesitarán que allí no quede ningún palestino vivo.
Pero lo que sí puede hacer la Comunidad Internacional es reprochar abiertamente la conducta de Israel. Desmentir sus bulos, rechazar su latiguillo de que somos antisemitas todos los que no respaldamos el genocidio de Gaza. Hay que hablar claro. El silencio y la indiferencia pueden convertirse en complicidad con crímenes horrendos. Los Estados occidentales tienen que reaccionar. Ya lo ha hecho el Reino Unido, e intenta hacerlo la Unión Europea, especialmente España y Francia. Y hay que pasar de las palabras a los hechos. Rompamos relaciones diplomáticas y comerciales. Establezcamos sanciones parecidas a las que hemos aplicado a Rusia. Y, si sigue el bloqueo de alimentos y medicinas, estamos obligados a llevar fuerzas militares europeas a la frontera entre Egipto y Gaza, para que escolten a los camiones que llevan alimentos a los gazatíes. Porque ningún europeo debería resignarse a que todo un pueblo muera de hambre porque así lo ha decidido un personaje llamado Netanyahu.
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