La importancia de los Presupuestos Generales
Así me parece ·
No es imaginable que el Gobierno pueda sobrevivir con las Cuentas del Estado de 2023, una y otra vez prorrogadasEn todos los parlamentos democráticos del mundo, el debate de los Presupuestos se considera el más importante del año. Puede que haya otros políticamente más ... llamativos, pero no más importantes. Porque los Presupuestos Generales son una ley que contiene el cálculo cifrado de las obligaciones y derechos del Estado en un año; establece lo que el Estado quiere hacer, cómo hacerlo y cómo financiar los gastos públicos. Incide en la actividad económica del país, y determina los niveles de presión fiscal, de déficit y de endeudamiento público. Muchos gobiernos dimiten si no logran aprobar los Presupuestos.
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En la situación política española actual, se ha redoblado la importancia de la negociación y debate de los Presupuestos Generales. La fragmentación de las Cortes, la crispación política, la falta de mayorías absolutas y las dificultades para llegar a acuerdos entre los distintos grupos han convertido la negociación de los Presupuestos en una especie de prueba de fuego para el Gobierno. Parece como si de su aprobación, o no, dependiesen las posibilidades de supervivencia del Gobierno. Si ahora se aprueban los Presupuestos, la legislatura podría durar tres años más, y encontrarnos en 2027 con un superdomingo electoral, en el que votaríamos sobre la composición de los ayuntamientos, los parlamentos regionales y las Cortes. Por el contrario, si el Gobierno de Pedro Sánchez no lograse la aprobación de los Presupuestos, la legislatura tendría que ser mucho más corta. Habría que ir a elecciones generales anticipadas. No es imaginable que el Gobierno pueda sobrevivir con unos Presupuestos de 2023, una y otra vez prorrogados.
La importancia de la negociación y el debate de los Presupuestos puede explicar también las actitudes y estrategias de los diferentes partidos:
1. El PP vive en una permanente excitación electoralista. Este electoralismo es un estado de ánimo que se fundamenta en la convicción sincera de que esta legislatura va a ser muy corta. El 28 de mayo de 2023, el PP logró una gran victoria política. Ganó muchos municipios y muchas autonomías. Todo el mundo daba por sentado que esta victoria llevaría en volandas a Núñez Feijoo a La Moncloa. Pero ocurrieron dos hechos imprevistos: por un lado, Pedro Sánchez convocó elecciones generales para el 23 de julio, en un golpe de audacia que algunos consideraron suicida. Y, por otro, algunos barones territoriales del PP, como el valenciano Carlos Mazón, no tuvieron paciencia, y se apresuraron a pactar con Vox, lo que permitió a las izquierdas difundir el miedo a un Gobierno Feijóo-Abascal, como ya había ocurrido en Castilla-León. El PP ganó las elecciones generales, pero no pudo formar mayoría suficiente para la investidura. Y, sorprendentemente, Pedro Sánchez resistió. Esta profunda frustración lastra el comportamiento político de los dirigentes y de las bases del PP. No han digerido todavía que, habiendo ganado las elecciones, no gobiernen. Y, como el gran activo electoral del PSOE es Pedro Sánchez, el PP concentra todos sus esfuerzos en destruir al presidente del Gobierno. De ahí la actitud electoral permanente, la reyerta de los miércoles en las sesiones parlamentarias de control al Gobierno, la búsqueda desesperada de titulares de prensa, las querellas y los escándalos mediáticos.
2. Por su parte, el PSOE vive en permanente estado de desasosiego, de inseguridad, de incertidumbre sobre lo que podrá conseguir, o no, que se apruebe en el Congreso de los Diputados. Desde el principio, Pedro Sánchez sabía que esta legislatura iba a ser tan difícil como caminar por el filo de una navaja; que habría que negociar hasta le extenuación, y que habría que ceder, unas veces a la derecha, y otras a la izquierda, si quería sacar adelante alguna iniciativa. Hace meses, el Congreso ya rechazó la propuesta del Gobierno sobre el techo de gasto. Y Sánchez desistió de su propósito de aprobar unos Presupuestos para 2024. Y ahora está negociando intensamente con sus socios de investidura, para convencerles de que apoyen el proyecto de Presupuestos de 2025. La negociación no es fácil. Quienes le apoyaron a Sánchez en la investidura son grupos políticos muy heterogéneos: el PNV y Junts son de derechas; nacionalistas, separatistas, pero social y económicamente de derechas. Por el contrario, ERC, Bildu, Compromís, Bloque, Podemos y Sumar, son de izquierdas. Las negociaciones están siendo muy difíciles. A unos hay que decirles 'blanco', y a otros 'negro'. Pero el objetivo de aprobar los Presupuestos se ha convertido en la piedra angular de la estrategia socialista.
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Tenemos que suponer que el PSOE conoce su punto fuerte en esta negociación con sus coaligados. Tendría que decirles: «o Presupuestos o elecciones. No tensionéis demasiado la cuerda, que vamos a las urnas». Y también tendría que conseguir que sus coaligados le creyesen. Porque quizás los de Podemos o los de Junts piensan que el PSOE va de farol. Y que Pedro Sánchez, si no se aprueban los Presupuestos, es capaz de prorrogar otra vez los de 2023, y no convocar elecciones. Esta posibilidad, por muy esperpéntica que nos parezca, es real. Hasta el punto de que constituye el punto débil del PSOE en esta compleja negociación.
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