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El fondo de la cuestión

Todas las disfunciones que causa el Título VIII de la Constitución derivan del carácter provisional, inicial y abierto con que determina las competencias

Domingo, 18 de febrero 2024, 07:23

El problema de España no es Puigdemont, ni tampoco el separatismo catalán; como, a pesar de las apariencias, nunca lo ha sido el separatismo vasco. ... Puigdemont se puede quedar en Waterloo, o puede venir a Cataluña; que lo detenga la Guardia Civil, o los Mossos de Escuadra; que se le juzgue, que se le condene, o que se le absuelva; que se le indulte, o no. ¿Qué más da? Ese no es el problema de España. A lo largo de los últimos decenios, los separatistas vascos y catalanes nos han dado muchos disgustos: que si el Plan Ibarretxe, que si las leyes de desconexión con España, que si la declaración unilateral de independencia de la república catalana... Incluso hoy tenemos que aguantar los desplantes de Junts, los desprecios a todo lo que significa España, sus continuos alardes y jactancias sobre que lo único que les importa es la independencia, y que el interés general de los españoles les trae absolutamente sin cuidado. Pero, aun así, ni Puigdemont ni todos estos sarpullidos separatistas son de verdad el problema de los españoles, en la medida en que no son más que consecuencias y manifestaciones de una grave cuestión de fondo, que los políticos españoles no hemos sabido, no hemos querido, o quizás no hemos podido abordar con la valentía, responsabilidad y sentido de la Historia que el asunto requiere. La cohesión territorial de España no depende de los delirios de Puigdemont, ni siquiera de la ambición política de Pedro Sánchez. El verdadero fondo de la cuestión, la verdadera raíz de nuestros problemas de solidaridad territorial es el Título VIII de la Constitución. Se está diciendo, ya desde hace años, que su reforma es urgente e ineludible, si queremos frenar las tendencias fragmentadoras de los separatistas, y si queremos alcanzar una adecuada gobernabilidad de este país, de modo que se haga posible el cumplimiento de los principios de solidaridad entre las regiones y de la unidad indisoluble de España.

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