Final de trayecto
Así me parece ·
La mejor moción de confianza es que el Congreso apruebe los Presupuestos Generales de 2026. Sería el único medio de salvar la legislaturaTras el escándalo de Santos Cerdán, todo parece indicar que Pedro Sánchez ha llegado a su estación 'términi', al final de su trayecto, y que ... ya no tendrá más recorrido. Resulta, sin embargo, que es precisamente el propio presidente del Gobierno el que no termina de creérselo. Sánchez ni dimite ni convoca elecciones generales. Como ser humano, está profundamente dolido por la traición de dos personas de su estricta confianza. Y reconoce que se equivocó al confiar en ellos. Pide perdón por su error, pero no dimite. Y en cuanto a adelantar las elecciones generales, Sánchez se refiere a su escala de prioridades: primero, el país. A España no le conviene, nos dice, un Gobierno apoyado por la extrema derecha. Menos importancia tiene que ni al PSOE ni a él mismo le convengan unas elecciones anticipadas, porque las perderían estrepitosamente. Así que tampoco las convoca. Sánchez, según Borja Sémper, ha elegido la agonía lenta, que el portavoz del PP anuncia que será mucho más dolorosa.
Pero ¿qué pasa por la cabeza del presidente del Gobierno? ¿Cuál es su lógica? ¿De verdad espera resucitar y volver a ganar en 2027? No es fácil ponerse en el lugar de Pedro Sánchez. Pero podríamos intentar algunas reflexiones:
1.- No he leído su 'Manual de resistencia'. Pero supongo que uno de sus consejos será intentar convertir las dificultades del presente en oportunidades de futuro. Lo que hoy, en 2025, se ve como una situación de extrema precariedad, puede convertirse en 2027 en una oportunidad de victoria.
2.- El 28 de mayo de 2023, el PSOE ya sufrió una tremenda derrota electoral. Perdió casi todo su poder autonómico y muchísimas alcaldías. ¿Por qué se produjo esta debacle? Entonces no había aflorado aún ningún escándalo de corrupción. La credibilidad del PSOE en esta materia estaba incólume. Y, además, la economía iba muy bien. ¿Por qué perdió el PSOE? Supongo que en Ferraz habrán terminado por admitir lo que muchos les decíamos: las pérdidas de votos se debieron a dos errores políticos de Pedro Sánchez. Por un lado, sus cesiones ante los separatistas catalanes, a los que ya había concedido indultos, enfadaron a un amplio sector del electorado español que podría haber votado al PSOE. Y, por otro lado, sus continuas cesiones ante los comunistas de Podemos, que tenía entonces en el Gobierno, y que desanimaban y desfondaban a los más furibundos militantes del PSOE, que decidieron dejar el cuerpo muerto en esas elecciones.
3.- En 2023, pues, se perdieron las elecciones municipales y autonómicas sin que hubiese aparecido escándalo de corrupción alguna. Ahora, en 2025, los escándalos de corrupción socavan la credibilidad del PSOE. Y este problema es grave. Pero, además, subsisten los otros dos problemas de fondo, que son los que de verdad lastran las expectativas electorales del PSOE.
4.- No se puede minimizar la gravedad del problema de la corrupción. Pero, si no aparecen nuevos escándalos, se puede encapsular y aislar. No es difícil reaccionar contundentemente, ni activar mecanismos que impidan futuros casos de corrupción. Si no hay más escándalos, en 2027 puede estar amortizado el caso Cerdán-Koldo-Ábalos. El PSOE puede contar con dos ventajas: la primera, el año que viene se verán los juicios de algunos casos que afectan al PP. Y, la segunda, la polarización radical de la política ha logrado el efecto de consolidar muchos votos del PSOE. Ante los ataques hiperbólicos de la derecha, muchos socialistas han optado por cerrar filas y votar a los suyos, aunque sea con la nariz tapada. Esta tolerancia con la corrupción, que ahora se produce en la izquierda, antes sólo se daba entre los votantes de la derecha.
5.- Pero ¿cómo solucionar los dos problemas de fondo que lastran al PSOE? Resulta que sus aliados, tanto del Gobierno como del Parlamento, no son ni leales ni fiables. Los de Sumar están obsesionados con marcar distancias con el PSOE. Y los separatistas vascos y catalanes son unos chantajistas habituales. Y tanta es la deslealtad demostrada por los aliados, que han dejado al Gobierno de Pedro Sánchez sin Presupuestos Generales del Estado. El problema más grave del PSOE no es, pues, la oposición, sino sus aliados.
Es hora, por tanto, de que Pedro Sánchez dé un puñetazo en la mesa. Y deje claro ante toda la sociedad que sin Presupuestos no se puede gobernar. Y que la mejor moción de confianza es que el Congreso apruebe los Presupuestos Generales de 2026. Este sería el único medio de salvar la legislatura. Así que hay que decirle a la gallito de Yolanda Díaz y a los ventajistas catalanes y vascos que, o el uno de enero de 2026 están aprobados los Presupuestos Generales del Estado, o el presidente del Gobierno disolverá las Cortes y convocará elecciones generales. Y que gane quien gane. Y que cada uno sepa lo que se juega. Por lo pronto, el PSOE, si de verdad se pone firme ante sus aliados, ganaría mucho en credibilidad. Lo que, ciertamente, no le vendría nada mal.
Pero ¿acaso es esto lo que realmente tiene pensado Pedro Sánchez?
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