Esta semana se ha reunido en Bruselas el Consejo de la UE para decidir sobre el rearme y la defensa de Europa. A ninguna persona ... sensata le gusta la guerra. Ni a los de izquierdas, ni a los de derechas. Ni a los ucranianos, ni a los palestinos, ni a los congoleños, ni a esos centenares de miles de seres humanos que sufren las miserias de oscuras y silenciadas guerras. Porque la guerra es el horror. Pero, aunque no nos guste a nadie, ¿qué margen de decisión le ha quedado a Europa? Estamos los europeos atrapados entre dos abismos: las ambiciones expansionistas de un loco criminal de guerra que se llama Putin, y la estupidez infinita de un iluminado ególatra que se llama Trump. ¿Cómo salir indemnes de esta dramática concurrencia? ¿Cómo defender Europa y preservar sus valores humanísticos y democráticos? Quizás no haya otra salida que rearmarse, que diseñar una política de Defensa común a todos los europeos. En mi opinión, para la toma de esta importante decisión, los Estados de Europa deberían manejar los siguientes elementos de juicio:
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1. Cuando en febrero de 2022 las tropas rusas invadieron Ucrania, Putin violó todas las normas de Derecho Internacional sobre el respeto a las fronteras y a la integridad territorial de los Estados. El agresor fue y es Putin. Y no vale la excusa de que temía por la seguridad de Rusia porque se sentía amenazado por la OTAN. Esto, sencillamente, es mentira. La OTAN es una organización defensiva, no ofensiva. Nadie en Occidente había puesto en duda la seguridad y la integridad de Rusia.
2. En ese mes de febrero de 2022, muchos europeos nos acordamos de 1938 y 1939. A Hitler se le toleró la invasión de Checoslovaquia. Y después invadió Polonia. Y así empezó la II Guerra Mundial. Si, cuando en 2014 Putin se apoderó de Crimea, las democracias occidentales no hubieran hecho la vista gorda, quizás ahora no se hubiera atrevido a invadir Ucrania.
Tenemos que convencernos de que Europa es capaz de frenar a Putin y defender Ucrania por sí sola, sin Trump
3. Los ucranianos están planteando una resistencia heroica a las tropas rusas. La operación militar iba a durar una semana, según Putin. Llevamos ya tres años de guerra. Muchos ucranianos han dado su vida en el frente y en los bombardeos de ciudades y pueblos. Y las tropas rusas han secuestrado a niños y cometido muchos otros crímenes de guerra.
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Ahora bien, el resto de los países europeos, sean o no miembros de La Unión, somos conscientes de que los ucranianos están luchando y muriendo en defensa de su patria, pero también en defensa de los valores y principios de las democracias europeas, plantándole cara al régimen autárquico que significa Putin. Y, además, todos sabemos que, si no se frena a Putin en Ucrania, no se va a quedar ahí. Intentará también apoderarse de Moldavia, o de Estonia, Letonia y Lituania, o de Rumanía, o de Polonia. Por eso todos estamos convencidos de que hay que frenar a Putin en Ucrania.
Ante la magnitud del esfuerzo de los ucranianos, la Unión Europea ha estado siempre a su lado, apoyándoles en lo que ha podido. Por un lado, sancionando a Putin con medidas económicas y financieras que le han hecho daño. Y, además, ayudando a los ucranianos económica y militarmente. Lo único que no hemos hecho ha sido mandar tropas europeas a Ucrania. Se tiene miedo al botón nuclear que pudiera pulsar Putin.
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4. Las ayudas de Estados Unidos han sido hasta ahora imprescindibles para que los ucranianos aguantasen. Pero las circunstancias han cambiado. Trump ya no es nuestro aliado. Es amigo de Putin, le da la razón en todo. Y, según Trump, los europeos que nos esforzamos en construir la unidad de Europa, solo lo hacemos para fastidiar a USA. Asumamos esta realidad y tratemos de ganar tiempo. Por lo menos hasta que llegue un momento en que, desde el punto de vista tecnológico, las ayudas estadounidenses no sean imprescindibles para ganar la guerra.
5. Tenemos que convencernos de que Europa es capaz de frenar a Putin y defender Ucrania por sí sola, sin necesidad de Trump. Quizás ahora no, pero sí en poco tiempo. El PIB de todos los Estados europeos, más el del Reino Unido, es muy superior al de Rusia. La suma del 3% del PIB de todos estos Estados europeos, dedicado a gastos militares, es muy superior a ese 20% del PIB que dedica Rusia al mismo fin. Y nuestra capacidad industrial es también muy superior. Podemos fabricar carros de combate, aviones y misiles.
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6. Y, quizás, en fin, en Bruselas se hayan convencido de que este tipo de acuerdos sobre la Defensa europea desborda el marco de la Unión Europea. Habrá que crear una nueva estructura para la defensa de Occidente, al margen de la OTAN, en la que, junto a los Estados de la Unión, se incluyan el Reino Unido, Noruega, Turquía, Canadá, e incluso México.
Si logramos estar unidos en esto, podremos vencer, o por lo menos aguantar hasta que recuperen la sensatez esos millones de estadounidenses que, incomprensiblemente, han votado a un personaje como Trump.
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