Cambio de ciclo

Si el 5 de julio Sánchez constata que ha perdido el apoyo mayoritario de sus compañeros de partido, ¿sería suficiente para que decidiese convocar elecciones?

Gran parte de la sociedad española está pidiendo a gritos elecciones generales anticipadas. Y tiene razón. La legislatura no es sostenible. Sin Presupuestos Generales del ... Estado, se puede ir tirando, pero no se puede gobernar. El Gobierno de Pedro Sánchez, en lo social y en lo económico, ha hecho muchas cosas bien. Incluso podemos aplaudir que se haya enfrentado a Trump en lo de los gastos de Defensa. Pero otras cosas las ha hecho muy mal. Los miembros del Gobierno, en relación a Cataluña, no deberían creerse su propio relato. Los indultos y la amnistía a los delincuentes sediciosos y malversadores no han atenuado el problema separatista. Ni siquiera sus estridencias. Hace poco, al entrar Salvador Illa en el Liceo, fue recibido con el público puesto en pie gritándole: «¡Independencia!». Y tampoco se debe creer el Gobierno que están cayendo en saco roto muchas medidas que ha tomado inspiradas, o impulsadas, por los comunistas de Sumar, y que afectan a la propiedad, a la libertad y a los cimientos de la economía de mercado. Y a todo ello hay que añadir que Pedro Sánchez se presentó en 2018 como el adalid contra la corrupción, y ahora resulta que dos personas de su máxima confianza se han comportado presuntamente como chorizos cutres y machistas repulsivos.

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Pero, además de elecciones anticipadas, se está también exigiendo un cambio de ciclo. Claro que ese cambio de ciclo no se entiende igual por todos. Para Feijóo y Abascal, el cambio de ciclo consiste en desalojar a la izquierda de La Moncloa, y que el próximo presidente del Gobierno sea Núñez Feijóo, con o sin el apoyo de Vox. Sin embargo, para la izquierda, el cambio de ciclo consiste en que se vayan Pedro Sánchez y todo su equipo, pero que siga gobernando el PSOE. Esta semana, varias decenas de ex altos cargos socialistas han firmado una carta pidiéndole a Sánchez que renuncie a ser el próximo candidato del PSOE a presidente del Gobierno. Y hasta tal punto, desde dentro, se le está apretando a Sánchez, que un histórico como Alfonso Guerra ha dicho en televisión que los militantes y los votantes socialistas viven ahora en un dilema trágico: si apoyan a Sánchez, perjudican al PSOE; y si apoyan al PSOE, perjudican a Sánchez.

Se interprete de un modo u otro la expresión, es lo cierto que, para que haya cambio de ciclo, es imprescindible que se convoquen elecciones generales anticipadas. Y este es el nudo gordiano de la cuestión: sólo Sánchez puede convocar elecciones generales; y se le está pidiendo que las convoque, o bien para que el PSOE pierda, o bien para que él se retire de la política. O sea, de un modo u otro, se le pide a Sánchez que se haga el haraquiri. Por el bien de España, o por el bien del PSOE. Pero que se suicide. Y parece que el personaje no está dispuesto a ello. Más aún, no quiere reconocer que políticamente está muerto, sino que, por el contrario, está plenamente convencido de que de aquí a 2027 puede remontar.

¿Qué ocurrirá? ¿Propiciará, o no, Sánchez el cambio de ciclo? El próximo 5 de julio se reúne en Ferraz el Comité Federal, el máximo órgano entre Congresos. Me da la impresión de que Sánchez goza en este órgano de apoyo mayoritario, y que no lo destituirán como secretario general, como ya sucedió una vez. Pero ¿quién sabe? Lo ocurrido es muy grave. Y hay muchos socialistas que piensan ante todo en salvar al PSOE del desastre. En todo caso, en ese Comité Federal sólo se podría conseguir la renuncia de Sánchez a ser otra vez candidato a presidente del Gobierno. Pero la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones seguirán siendo competencias constitucionales exclusivas del presidente del Gobierno. El Comité Federal del PSOE podrá aconsejar, pero no puede compeler al presidente del Gobierno a que tome una decisión que sólo a él le corresponde.

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Si el 5 de julio Sánchez constata que ha perdido el apoyo mayoritario de sus compañeros de partido, ¿sería esto suficiente para que decidiese convocar elecciones? En mi opinión, no lo sería. Pese a todos los escándalos de corrupción, pese a la petición de ex altos cargos, y pese a Alfonso Guerra, Pedro Sánchez se siente fuerte en el Gobierno. Y, paradójicamente, fundamenta su fortaleza en la tremenda debilidad de sus aliados. Yolanda Díaz, a pesar de sus histriónicos aspavientos, no sería nada fuera del Gobierno. Sumar podría desaparecer. Y los gritos desafinados de Belarra y de Irene Montero derivan de que, según las encuestas, Podemos se está quedando sin votantes. ¿Y qué sería del PNV, de Junts, de Ezquerra, y hasta de Bildu, con un Gobierno del PP?

Desde luego, no es democrático, y ni siquiera de recibo, decir que no se convocan elecciones para que no gane el PP. Pero este argumento del miedo a la derecha está resultando muy eficaz. Es evidente que los comunistas y separatistas prefieren un Gobierno débil de Sánchez, a un Gobierno fuerte de Feijóo.

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