A la altura de las circunstancias
Así me parece ·
El PP y el PSOE deberían abandonar el enfrentamiento y la crispación y admitir que el mensaje de las urnas ha sido que han de entenderseLa semana pasada aduje que es necesario que los dos grandes partidos, el PP y el PSOE, cambien de actitud y pasen del enfrentamiento al ... entendimiento. Esto haría posible llegar a pactos de legislatura, o de gobierno; en suma, se trata de que empecemos a contemplar con naturalidad la llamada gran coalición, como ocurre en Alemania y en otras democracias occidentales. Algunos amigos me han pedido que profundice en esta sugerencia:
1. Ni los dirigentes del PSOE ni los del PP aciertan cuando se refieren a los resultados electorales del 23-J.
Dicen los socialistas que el pueblo español ha votado mayoritariamente por la formación de un Gobierno progresista. Y esto no es cierto. Para que Pedro Sánchez pueda formar Gobierno, necesita el apoyo explícito de Junts y del PNV. Y ambos partidos son de derechas. Nacionalistas, separatistas, como queramos llamarlos; pero de derechas. Y, en la terminología de la izquierda, ser progresista es incompatible con ser de derechas.
Y dicen los dirigentes del PP que han ganado las elecciones, que tienen más votos y más escaños, y que, por tanto, han de gobernar. Y esto también es engañoso, porque en un régimen parlamentario no gobierna quien gana, sino quien es capaz de sumar mayorías parlamentarias.
En mi opinión, una interpretación menos superficial de los resultados electorales permite concluir que la mayoría de los españoles, tanto de derechas como de izquierdas, han optado por la moderación. Quien ha ganado las elecciones generales del 23-J han sido los moderados. Los moderados de izquierdas, sosteniendo al PSOE, y reduciendo el voto y los escaños de Sumar-Podemos; y los moderados de derechas, resucitando a un PP hundido en sus noventa escaños del Congreso, y reduciendo drásticamente los votos y los escaños de Vox.
La simple contemplación de esta realidad debería tener importantes consecuencias: el PP y el PSOE deberían abandonar el enfrentamiento y la crispación, que rechazan tanto el electorado de la izquierda como el de la derecha, y admitir que el mensaje de las urnas ha sido que han de entenderse en el amplio espacio de la moderación.
2. Ni la investidura de Feijóo ni la de Pedro Sánchez, tal y como están las cosas, servirían para consolidar una esperanza de futuro.
Si el 27 de septiembre Feijóo consiguiese la investidura, su Gobierno estaría atado de pies y manos. El PP dependería de los apoyos de Vox. Y esto, en muchas materias, le obligaría a ceder, hasta el punto de perder su propia identidad como partido. Lo cual sería un problema. Porque, en mi opinión, España necesita que el PP siga siendo el partido de la derecha moderada, y que no se deje arrastrar ni por populismos ni por Miguel Ángel Rodríguez. Por otra parte, lo tendría muy difícil para sacar adelante proyectos de ley, o para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, porque con sus escaños, más los de Vox, UPN y CC, tampoco alcanzaría la mayoría.
Así que lo mejor sería que no saliese investido Feijóo.
Pero es que sería mucho más desolador el panorama si saliese investido Pedro Sánchez. Tendría que mantener sus vínculos con los comunistas de Sumar. Y esto, ya sabemos, ha sido una tremenda rémora para Pedro Sánchez, y un continuo dolor de cabeza para los socialistas moderados durante la anterior legislatura. Los errores de los ministros comunistas los ha pagado en las urnas el PSOE.
Por otra parte, además, en esta legislatura los resultados electorales han desatado la furia salvaje de los separatistas. Por su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, están exigiendo un precio absolutamente desorbitado. Tanto conceder la amnistía, más o menos enmascarada, como ceder ante la petición de un referéndum de autodeterminación, sería no solo un gravísimo error político, sino también constitucional, histórico, democrático y ético. Nos abocaría a todos los españoles a un futuro incierto y peligroso, a un pozo oscuro en donde solo habita el horror. Si, para alcanzar la investidura, se cediera ante los separatistas, que nadie se llame a engaño: en España podría ocurrir cualquier cosa.
3. La altivez y la arrogancia de los que piden la amnistía, pero se reservan el derecho de volverlo a hacer, quizás tengan la consecuencia de hacer inviable hasta la investidura de Pedro Sánchez. Y esto, paradójicamente, abriría una ventana a la esperanza: habría que repetir las elecciones generales.
Ese sería el momento histórico en el que el PP y el PSOE deberían pasar del enfrentamiento al entendimiento. Feijóo y Sánchez deberían presentarse ante sus respectivos electorados prescindiendo de la crispación, de los insultos y de las descalificaciones. Y ofreciendo su programa de gobierno, en el que se incluiría proponer varios pactos de Estado con el otro gran partido, para acabar con la falta de solidaridad territorial y social que padece España, y para afrontar juntos la reforma de la Constitución.
Si Núñez Feijóo y Pedro Sánchez no lo hiciesen así, en mi modesta opinión no estarían a la altura que exigen las actuales circunstancias políticas. No habrían entendido nada. Y habría que ir pensando en cambiarlos. A los dos.
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