El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su visita a Mauritania Efe

Verdad y mentira

Verdades y mentiras sobre la gestión de Pedro Sánchez y la digestión del socialismo cultural

Es verdad, como escribe Javier Cercas, que Sánchez debía dimitir al carecer de legitimidad para gobernar el secretario general de un partido cuyos dos secretarios ... de Organización han sido acusados de organizar un atraco a las arcas del Estado. Es mentira, sin embargo, que esa legitimidad solo sea puesta en cuestión por la imputación y encarcelamiento de esos cargos, como si la financiación del partido o la implicación de Sánchez no estuvieran también bajo sospecha.

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Es verdad que el primer ministro portugués, en un caso de menor relevancia, no dudó en dimitir por dignidad. Es mentira, no obstante, que Sánchez pueda apelar a esa dignidad ya que ha demostrado que la razón de su permanencia en el gobierno está basada en su voluntad de poder y esta, a su vez, en la realización de un dudoso proyecto político que Sánchez oculta a la opinión pública y Cercas, por lo visto, ignora.

Es verdad que gobernar contra la mayoría social revela que la izquierda prefiere retener el poder a costa de la democracia, antes que cedérselo al enemigo ideológico. Es verdad, como dice Cercas, que el socialismo democrático, al que dice representar Sánchez, ha creado las sociedades más prósperas y libres de la historia. Es verdad que España podría haber sido, según Cercas, la Noruega del sur. Pero nada más lejos de la realidad hoy. Con Sánchez al mando, estamos cada vez más cerca de ser la Venezuela europea.

Es verdad que el sueño revolucionario de la izquierda aún pervive y se nutre de la confrontación con la derecha y la ultraderecha, encarnación maligna, y Sánchez capitaliza esa polarización a su favor. Es verdad que el magnetismo del poder y los intereses creados han ofuscado a Sánchez, pero es mentira que pensara en dimitir con todo lo que está en juego en esta partida diabólica que disputa, en complicidad con aliados nocivos, contra la realidad política nacional.

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Por más que lo cite, Sánchez ha desautorizado a Cercas con su deseo de persistir, demostrando de nuevo que solo piensa en sí mismo. Es mentira, por tanto, que haya gobernado en beneficio del país. Cercas se engaña. El destino de la civilización, como proclama Sánchez erigiéndose en su cínico defensor, no puede estar nunca en manos de una tropa de soldados de salami, una pandilla de corruptos integrales y consumidores de porquería. La única redención que le queda a Sánchez es caer en la tentación de ver su vida picaresca novelada por Cercas a cambio de dimitir. Impostura por impostura, prefiramos siempre la menos dañina.

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