Con hache minúscula
La relación del ciudadano con las administraciones locales, regionales y estatales ha ido sufriendo un gran deterioro en detrimento del primero
Estarán de acuerdo conmigo en que, cuando se habla de hechos históricos acontecidos a lo largo de los siglos, esa descripción y narración de la ... historia se escribe con h mayúscula: Historia del arte, Historia de las religiones, etc. Sin embargo, los acontecimientos y vivencias de nuestro día a día, que es nuestra verdadera y personal historia en donde se cruzan los problemas y cuestiones resueltas y las que hay que resolver, porque son las que verdaderamente nos preocupan por su cercanía e inmediatez, esas se escriben con h minúscula, expresando así su importancia secundaria, si se las compara con las macronoticias que se generan ese día y que son objeto de atención y difusión por parte de los medios de comunicación. Sin embargo, pienso que al ciudadano de a pie, a usted, a mí, nos interesa nuestra historia diaria que se escribe con h minúscula. Nos interesa y queremos que las administraciones y organismos públicos y privados den solución a nuestros problemas reales, que no tienen la categoría de macronoticias. Esta es la razón del título de este artículo.
Escribía el profesor Pablo Artal, en un artículo de opinión publicado en este periódico titulado 'Vuelva usted en 2023', sobre la relación del ciudadano con las administraciones locales, regionales y estatales, que, sin duda alguna, ha ido sufriendo un importante deterioro en detrimento del ciudadano, que cada vez se siente más abrumado, cohibido y sobre todo cabreado por la impotencia e imposibilidad de poder gestionar su solicitud ante la administración y, sobre todo, conseguir que la administración a la que se dirige responda por escrito a esa solicitud por fin registrada, hecho que, indudablemente, ha significado un importante logro para el ciudadano de a pie. Para reponerse del estrés sufrido, este ciudadano ha tenido que recurrir a una posterior cura de reposo.
La frase de Mariano José de Larra, allá por el siglo XIX, de «vuelva usted mañana» ya anunciaba una dicotomía entre la administración y el administrado. En el siglo XX, en 1976, el cantautor Luis Eduardo Aute cantaba 'La ventanilla', canción de la que les traslado su estribillo: «Si no te pilla la ventanilla confesao, la ventanilla le hace papilla al más pintao, la ventanilla, qué pesadilla, la ventanilla da la puntilla al más pintao». Les aconsejo que busquen esta canción y la escuchen. Comprobarán que esa separación y alejamiento entre la administración y el administrado seguía creciendo para desesperación del ciudadano.
La tercera y rupturista fase entre la administración y el administrado se inició con el descubrimiento de internet y su aplicación al mundo de la informática. Y digo rupturista porque no hubo ni ha habido un periodo de transición necesario y yo diría que obligatorio, donde no se establecieran límites de tiempo y que estuviese bien coordinado. Ahí ya caímos todos, sucumbimos al poder de la fría y oscura relación entre los organismos e instituciones locales, regionales y nacionales, y también con las instituciones privadas por un lado, y el ciudadano de a pie intentando registrar la solicitud de turno vía telemática, ¿mande? Por otro lado, si a esa situación de indefensión del ciudadano ante una administración invisible, le sumamos su incapacidad para poder exigir lo que son sus derechos ante esos organismos invisibles, tenemos los elementos de la tormenta perfecta que solamente afectará a usted y a mí, al ciudadano.
Hace un tiempo, el que fue director de este diario hasta hace poco, escribía en su artículo editorial de los domingos lo siguiente: «Tiene razón el profesor Rafael Jiménez Asensio, uno de los mayores expertos en función pública, cuando dice que la Administración es el cuarto oscuro de la democracia española atribuyendo su mal funcionamiento a una desatención política por los temas de la gestión». Y a continuación apostillaba: «A la política municipal y regional murciana le falta una profunda modernización administrativa, con más recursos materiales y humanos, incluyendo nuevos perfiles». Comparto y suscribo plenamente el mensaje que le dirige a la clase política, verdaderos responsables de que ocurran estas situaciones. A la clase política se le llena la boca cuando, en la toma de posesión de sus cargos, siempre dicen que el verdadero objetivo y centro de sus acciones será el ciudadano, en torno al cual girarán todas sus acciones. Pues bien, para comenzar les propongo lo siguiente:
1. Silencio administrativo: Hasta ahora, si la administración no responde al ciudadano en un tiempo limitado, a la solicitud registrada por este ante la administración, el ciudadano se queda con tres palmos de narices. Si de verdad le interesa al político servir al ciudadano y dar respuesta a sus legítimos intereses, cambien esa normativa y que el silencio administrativo, pasado ese tiempo, sea favorable al ciudadano.
2. Patinetes: Como médico afirmo que el uso de los patinetes no es saludable. Solamente consigue que sus usuarios/as no hagan nada de ejercicio físico, como sí lo harían si utilizaran la bicicleta. Parece que solamente tiene como objetivo atropellar a pacíficos peatones. Invito a los responsables de movilidad de Murcia que promuevan entre sus administrados una votación para rechazar o mantener el uso de patinetes.
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