Energía y producción agroalimentaria
La tecnología fotovoltaica es la gran respuesta para nuestro sector en una tierra, como es la Región de Murcia, con unas condiciones idóneas
El sector agrario puede constatar ya los primeros indicios del cambio climático, así como sus consecuencias en los cultivos y en la cabaña: floraciones más ... tempranas, menores precipitaciones, fenómenos meteorológicos extremos y tierras que empiezan a no ser aptas para determinadas producciones por las altas temperaturas que registran.
Las formas tradicionales de extraer, transportar y consumir energía de origen fósil son las causantes de más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, hablar de transición energética es hablar de transición ecológica y la única respuesta frente al reto de evitar los efectos más dañinos del cambio climático que experimentamos es la electrificación sobre generación renovable.
En este sentido, la tecnología fotovoltaica es la gran respuesta para nuestro sector en una tierra, como es la Región de Murcia, con unas condiciones idóneas para esta modalidad de generación eléctrica. Disponemos de un elevadísimo número de horas de luz y de una orografía idónea, lo cual, unido al excelente mallado de nuestras redes de distribución y transporte, nos coloca, por primera vez en la historia, en una posición de privilegio con respecto al resto de la comunidad internacional, vecinos y competidores.
El sector agroalimentario es un gran consumidor de energía, aunque en ocasiones de forma estacional. La energía se utiliza de muy diversas formas: bombeos de agua, maquinaria, temperatura en invernaderos, transporte, transformación y conservación de productos alimentarios en cámaras de frío. Por otra parte, el agua, como recurso esencial para nuestra actividad, requiere de energía para ser tratada, transportada y suministrada a nuestros cultivos y a nuestra cabaña.
A pesar de todos estos usos energéticos, el sector agrario aporta solo el 10% de las emisiones en España y, una vez que vayamos implantando, como estamos haciendo, las novedosas técnicas de eficiencia energética y las nuevas formas de generación eléctrico-renovables, nuestras emisiones serán ínfimas, a lo que debemos incorporar el efecto beneficioso de nuestra gestión vegetal para la atmósfera, puesto que capta CO2, suaviza las temperaturas locales y, lo que es más importante, frena la desertificación de nuestra Región.
Los profesionales del sector agrario no somos ajenos a esta revolución tecnológica, sino que hemos sido pioneros en su aplicación y aspiramos a ser vector de desarrollo; acostumbrados a ser muy diligentes en nuestros procesos, sabemos que el ahorro y la eficiencia son el primer peldaño.
También sabemos que las tierras de cultivo son esenciales para producir la energía más importante: los alimentos. Nuestra geografía cuenta con innumerables emplazamientos aptos para los grandes parques fotovoltaicos que iniciativas ajenas a nuestro sector agrario quieren emprender en la Región. Frente a esta situación es preciso preservar nuestras tierras fértiles para las producciones agrarias.
El autoconsumo es una formula óptima para reducir nuestros costes de producción. La modularidad y los nuevos diseños de estructuras nos están permitiendo combinar cultivo con paneles de manera que se comparte luz y suelo y se beneficia la propia producción vegetal de la sombra de dichas estructuras. También seremos capaces, como ya lo hemos hecho, de producir energía para suministro a red o compartir los excedentes de nuestras instalaciones de generación a través de comunidades energéticas.
Estamos ante una gran oportunidad para España y la Región de Murcia que debemos aprovechar, especialmente considerando la necesidad de evitar la despoblación de muchos territorios, proporcionar alimentos a la población y frenar el avance del desierto. Nuestros agricultores y agricultoras están preparados para afrontar este reto y mantener el bienestar que proporciona a la economía murciana nuestra actividad.
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