El campo grita, pero la sociedad no escucha
Sin agricultores y ganaderos como los que hemos tenido hasta ahora, todo será muy diferente y ya estamos viendo que no será para mejor
Este martes COAG se movilizará en Córdoba, junto al resto de las organizaciones agrarias, con motivo de la reunión de ministros de agricultura de la ... Unión Europea, que allí se celebra. Los agricultores y ganaderos españoles reclamaremos a los ministros de agricultura de la UE que, de una vez por todas, consideren la alimentación como un asunto de máxima prioridad, y que cambien, urgentemente, el rumbo de la Política Agraria Común, para poder garantizar la soberanía alimentaria de la ciudadanía europea.
Los alimentos que producimos los agricultores y los ganaderos están sometidos a unas regulaciones que, con perspectivas mercantilistas, someten unos bienes de primera necesidad a pulsiones especulativas, de tal forma que los dos extremos de la cadena, productores y consumidores, quedan expuestos a situaciones de abuso. Estas han de cesar si queremos evitar un futuro desolador en el que, por una parte, no queden profesionales agrarios tradicionales (pequeñas y medianas explotaciones familiares), puesto que no podemos mantener nuestras explotaciones y van pasando a manos de grandes entramados empresariales y, por otra parte, los consumidores queden a expensas de una oferta basada en oligopolios, con la producción y la distribución concentrada, de tal forma que tendremos unos precios cada más elevados y una menor calidad de nuestros productos, tanto en lo nutricional como en lo organoléptico.
Estamos viendo la punta del iceberg de un nuevo modelo de producir y consumir alimentos deshumanizado, que está transformando una necesidad vital, alimentarse, en un negocio que no se conforma con retornos razonables, sino que pretende extraer el máximo beneficio, sin importar cuáles sean las consecuencias. Cualquier ciudadano con más de 40 años tienen ya perspectiva vital suficiente como para evaluar la calidad de los productos agroalimentarios que consumía en su niñez frente a los actuales; una realidad que obedece a las dinámicas que denunciamos los verdaderos agricultores y ganaderos que aún mantenemos nuestras explotaciones, aunque no sabemos por cuánto tiempo.
No se puede hablar de seguridad y soberanía alimentaria sin una agricultura diversificada, en la que los profesionales del campo perciban un precio justo por su trabajo y puedan mantener la cadena intergeneracional en sus explotaciones y entornos rurales. Como tampoco se puede hablar de conservación de la naturaleza sin hombres y mujeres en los pueblos y en los campos, porque somos la única garantía para acometer una gestión sostenible del medio rural y mantener la biodiversidad.
COAG-IR proclama un rechazo contundente a los acuerdos de libre comercio impulsados por la UE y a las importaciones sin control de terceros países. Exigimos que cumplan los mismos estándares y normativa en materia de aplicación de fitosanitarios, calidad, seguridad alimentaria y cuestiones laborales que asumimos los productores murcianos. Soportando una competencia desleal consentida desde Bruselas.
Pedimos que no se siga presionando al sector agrario con normativas surrealistas, que no se pueden asumir, porque burocratizan y perjudican el verdadero objetivo, que es la producción de alimentos, levantando barreras técnicas insalvables en la gestión administrativa de las explotaciones agrarias.
Por otra parte, también esencial, el Gobierno debe dotar de más recursos a la Ley de mejora de la Cadena Alimentaria para aumentar su eficacia y conseguir así unos precios que estén, al menos, por encima de nuestros costes de producción, que nos permita poder seguir produciendo alimentos para la sociedad.
Nada avanzaremos si la sociedad no es consciente de lo que se juega, está en el aire la alimentación del presente y del futuro. Sin agricultores y ganaderos como los que hemos tenido hasta ahora, todo será muy diferente y ya estamos viendo que no será para mejor. Por eso nos manifestamos en Córdoba, en un grito rotundo que debería escuchar la sociedad, porque de poco servirá que se nos dé la razón dentro de 20 años, ya será demasiado tarde.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión