'Baby boomer', la generación versátil del optimismo
Esa generación está siendo temida y denostada en su llegada a la jubilación por aquellos que empiezan a considerarlos responsables del déficit del sistema de pensiones
La calificación y denominación de las generaciones ha saltado desde algún tiempo a esta parte de la concreta identificación de las épocas pictóricas, literarias o ... bélicas a la clasificación de las mismas como meros intervalos temporales.
Para el filósofo español Ortega y Gasset, el concepto de generación era uno de los abstractos del pensamiento más determinantes para acercarse a la realidad de los hechos y la historia, ya que recoge la idea de un conjunto de seres humanos que en un expreso y determinado momento histórico comparten una sensibilidad hacia la circunstancia que viven y cuanto les rodea y por tanto condiciona una forma de afrontamiento de la misma que es en líneas generales asumida por la mayoría de individuos de dicha generación.
Las generaciones se asemejan así a inmensos navíos que discurren por un tiempo universal contactándose y conviviendo entre sí, todas ellas albergando personas que realizan la misma singladura hasta que van desapareciendo poco a poco tras fondear en los muchos puertos de la existencia, para después ser reemplazados de forma inexorable por nuevas naves y nuevas gentes que seguirán nuevos rumbos.
En realidad, han sido ellos quienes han ensanchado el estado de bienestar, consolidándolo como una gran conquista
Niños de la postguerra (1930-1955), 'baby boomers' (1956-1968), generación X (1969-1980), 'millenials' (1981-1996), generación Z (1997-2010), generación alpha (2011-2024) y generación beta (2025-...) son algunas de las denominaciones de las generaciones que hemos ido en considerar como conjuntos de personas que durante ciertos años son más o menos identificables de forma común por sus entornos sociales, económicos, políticos, aspiracionales e incluso de valores y relaciones entre los miembros que las han ido constituyendo entre el siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI.
La generación 'baby boomer' –los BB– constituye un hecho social relevante y disruptivo por ser puente entre una sociedad tradicional en sus formas y creencias, encorsetada en estratos sociales poco permeables entre sí, y las generaciones siguientes, caracterizadas por su apertura a los nuevos modos y formas de vida tecnológica, digitales y de organización social y familiar.
Los 'baby boomers' son hasta ahora la generación más numerosa. Su inicio se corresponde en Europa con un periodo de paz y prosperidad sin precedentes tras los penosos años de la postguerra tras la Segunda Guerra Mundial. En España dicha generación sufrió un decalaje –por las circunstancias políticas y económicas específicas de la nación– de casi 10 años con respecto a los países europeos, pero sus miembros comparten rasgos muy similares al de sus coetáneos del continente.
Superadas las estrecheces tras los conflictos bélicos, un optimismo vital inundó una Europa en reconstrucción y avance que permitió mejoras económicas, culturales, sanitarias, formativas, sociales y de libertades y derechos ampliados que facilitaron e impulsaron la amplia demografía de los 'baby boomers'. Las universidades ensancharon el espectro social de alumnos y profesores tras los consensos de formar y educar mucho mejor a toda la población de los países europeos. Los consensos entre socialdemócratas y democristianos generaron el marco para el florecimiento de los derechos de los trabajadores y la idea del ascensor social con más o menos veracidad caló en esta generación. Esto se vio acompañado y favorecido por un proceso de industrialización y aumento de oportunidades laborales que ha permitido carreras profesionales largas con cotizaciones continuas y elevadas, así como el acceso esforzado y laborioso con tasas de ocupación muy elevadas a bienes de consumo y también, y fundamentalmente, a la vivienda en propiedad.
Esa generación está siendo temida y denostada en su llegada a la jubilación por aquellos que empiezan a considerarlos responsables del déficit del sistema de pensiones o los gastos derivados de su cuidado por los servicios sanitarios, cuando la realidad es que han sido ellos quienes han ensanchado el estado de bienestar consolidándolo como una de las grandes conquistas para todos los ciudadanos, y velado para que dichos logros puedan ser transmitidos a sus hijos y nietos que integran su relevo generacional.
No es asumible la culpabilización o la justificación de y en ellos de la futura supervivencia del 'welfare state'. Es el tiempo de retomar el valor de la inteligencia política y un cierto optimismo racional para conseguir el mantenimiento del estado de bienestar para todas las generaciones presentes y futuras. Rendirse y escudarse ante unas circunstancias ciertamente diferentes a las que han acompañado a los 'baby boomers' no es aceptable. Transmitir la esperanza de que es posible un futuro mejor es responsabilidad de quienes lideran nuestras sociedades.
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