Soltad a los perros
López Miras se debate entre la repetición de elecciones y la simulación de acuerdo que Alpañez ensayó la otra noche en Mazarrón
Arde Bogotá. «Soltad a los perros porque me he escapado», entonaba con el entusiasmo de un fan adolescente el presidente López Miras la otra ... noche en uno de los conciertos veraniegos de Arde Bogotá, de quienes se proclama seguidor impenitente. Acabado el Sonorama, Fernando seguía con el 'toletole' del pegadizo estribillo de la banda cartagenera, un hallazgo musical que no conocíamos desde tiempos de Héroes del Silencio con Enrique Bunbury al aparato, mientras trataba de conciliar el sueño entre pesadillas de abascales y antelos. Soltad todas vuestras intimidaciones, fintas y amagos pandilla de voxeros porque yo me escapo convocando la repetición de las elecciones. Ya pueden seguir Alpañez con sus amelgas y Garre con sus admoniciones que nos vamos a las urnas. Vosotros lo habéis querido, pandilla de trujimanes coleccionistas de sillones.
Cuentas. «Pero jefe, ¿tú te lo has pensado bien?», le insistía, ya de regreso a San Esteban, su barón de barones, Marquitos Ortuño, todavía sudoroso tras correr el último encierro de las fiestas de Blanca. «¿Has echado bien las cuentas?», aprovechaba para inquirirle Pablo Cano, primer edil blanqueño y uno de los candidatos más firmes a presidir la Federación de Municipios. Porque, claro, una cosa es convocar elecciones y otra muy distinta es estar seguro de que los nuevos resultados te acabarán beneficiando. Tanta fue la tabarra que Miras acabó retornando a la letra de su canción favorita: «Avisad a la guardia, que esta noche arranco». Y entraron las mares, Mar y Mar, como aquellas tapas que elaboraba el añorado Pepe 'El Secretario', con un sinfín de informes de crespos, martínez y escribanos. Al fondo, la radio voceaba el último fracaso de Feijóo en el Congreso. Las barbas del vecino, para hacértelo fácil.
Gaseosa. Los experimentos en casa y con gaseosa, recomendaba el maestro D'Ors cuando querían cambiarle un buen champán conocido por otro desconocido. Veamos. Repetición de elecciones es sinónimo de fracaso. De todos, pero principalmente del que se ve obligado a convocarlas por mucho de que el argumento de la voracidad voxera le acompañe. Fracaso. Lo mires por donde lo mires. Has cateado y a repetir.
El pepé tiene veintiún diputados. Y el partido riverista (de Del Rivero, claro) cuenta con nueve. A ver quién es el guapo que les asegura a ambos que a la vuelta de unas nuevas elecciones mantienen la treintena. Porque tanto a Miras como a Antelo hay que recordarles que en política mandan las tendencias. Y aquí la inercia ha cambiado, compañeros del sillón. Templad a vuestros sabuesos porque hoy Abascal ya no es el que era después de la metedura de pata en Cataluña, unos resultados bajistas y la renuncia de un pilar fundamental como Espinosa de los Monteros. Crisis por cerrar. Además Garre ya no está para los trotes de una nueva campaña, un poquito de por favor. Y puestos a volver a pasar por el tamiz del elector, Antelo Antelini, alguno hasta te puede acabar jodiendo el discurso integral, un suponer, con su insistente afán de colocar a la nueva parienta en cierto chiringuito público. Y lo sabes. Además puestos a debatir, Antelo Antelini, hasta se te puede extraviar el argumento de que Miras pactó en la anterior legislatura con tránsfugas de Vox porque los liartes te ganaron en los tribunales de justicia. Ojo al dato, que diría mi 'butanito' favorito. Cierra tus cicatrices, compañero del sillón, y vete encargando a tu viceportavoz Rubén Martínez Alpañez, yerno del fallecido José Luis Mendoza, que vaya dándole cuerpo a la simulación del pacto que la otra noche ensayó en los camerinos de 'Mares de Papel' en Mazarrón, el cenáculo político de referencia en la Región. Una vicepresidencia institucional por aquí, una Consejería de Agricultura sin agua por allá, otra vicepresidencia con chóofer y asesores en la Mesa de la Asamblea y el senador autonómico que tanto va a necesitar Vox en Madrid para consolidar su grupo en el Senado. Pitas, pitas, pitas, pitas...
Cohetes. Es cierto que el choque PP-Vox en el Congreso deja entrever, en principio, una repetición electoral. Pero si lo miras con profundidad, Feijóo tampoco está para tirar cohetes. Su recta final de campaña fue desastrosa. Propia de quien se vio presidente después del debate y soltó los mandos para centrarse en el menefreguismo ('laissez faire', 'laissez passer') de su predecesor el inútil Rajoy que enterró el trasvase del Ebro y acabó dejando su escaño presidencial vacío. Dejen hacer, dejen pasar. Y, en efecto, el incombustible Sánchez le pasó por la izquierda porque al gallego le aconsejaron dejar la silla ausente en un debate televisivo, algo que en su día ya condenó a Arenas en Andalucía, claudicar ante una periodista con formas sicarias, echar mano de una inoportuna lumbalgia y no corregir a los abascales cuando no se les ocurría otra cosa que movilizar al personal con anuncios apocalípticos en Cataluña. Además la cuestión final es si a este Sánchez venido arriba le diera por cambiar el cartel electoral de Pepe Vélez por María González Veracruz. Átame esa mosca por el rabo, Fernando. Por si no lo habías pensado.
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