Mi amigo Federico Mayor y Murcia
Con motivo del fallecimiento de Federico Mayor Zaragoza, exministro de Educación y director general de la Unesco, LA VERDAD recupera el artículo 'Mi amigo Federico ... Mayor y Murcia', que le dedicó José Antonio Lozano Teruel, catedrático jubilado de Bioquímica y Biología Molecular y antiguo Rector de la Universidad de Murcia, en la edición del 31 de enero de este año.
Alzaré mi voz / cada mañana, / cada tarde, / cada noche/ Sin pausa / mi grito resonará / en los tímpanos / de los jerarcas / hasta que se pueble / de amor / la tierra entera.
Este poema es una muestra del contenido de siete libros de poemarios del gran personaje polifacético que es Federico Mayor Zaragoza, farmacéutico, científico, político, catedrático de Bioquímica, rector, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, cofundador y director del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia, diputado del Parlamento español y del europeo, director general de la Unesco, ministro de Educación y Ciencia y un largo etcétera de cargos nacionales e internacionales.
En el contexto actual, mundial y español, de ausencia de referentes intelectuales y morales, su figura cobra una relevancia especial.
Hace unos días Federico Mayor cumplía 90 años en plena brillantez de sus facultades mentales y hoy el Ateneo de Madrid celebra un merecido homenaje a su figura. Él comenta: Lo más precioso/ es el tiempo / que me queda / todavía... / En cada instante /por-vivir / por-venir / Existir / y saber / y crear /¡Qué maravilla! / ¡Qué misterio!
Con motivo del su 60 aniversario, amigos y coloradores vertieron lo mejor de su saber en forma de un libro, 'Amicorum liber'. Entre ellos, figuraban 7 premios Nobel de Literatura, Medicina, Paz y Química, jefes y exjefes de Estado, primeros ministros, responsables de las más importantes organizaciones internacionales, grandes intelectuales, etc.
Yo hube de apreciar a Federico Mayor antes de conocerlo personalmente. En el año 1969 me encontraba realizando una estancia postdoctoral investigadora en la Universidad de Warwick, en Inglaterra. Algunos de los grandes científicos que los viernes visitaban nuestra School of Molecular Sciences para dar seminarios me contaron que habían conocido a un joven singular que, tras alcanzar la cátedra de Bioquímica de Granada, a los 29 años, había sido profesor invitado, durante 1966-67, en el laboratorio del profesor Hans Krebs, premio Nobel de Medicina, en la Universidad de Oxford. Y todos resaltaban, asombrados, sus excepcionales dotes personales y científicas.
La ocasión para el encuentro personal se presentó poco después. Le acompañaba su leyenda de eficacia. Yo era uno de los numerosos opositores de una de aquellas tremendas oposiciones de entonces, para optar a dos plazas de profesores agregados de Bioquímica. Federico era el presidente del tribunal. A pesar de que yo era un completo desconocido de provincias, carente totalmente de padrinos, Federico Mayor no sólo me votó, sino que estoy convencido de que alguna participación tuvo para que el resultado final favorable fuese el de la unanimidad.
A partir de ese momento, contar con la amistad y aprecio de Federico es uno de los regalos que he de agradecer al Destino. Amistad y aprecio que él siempre supo materializar a favor de Murcia y su Universidad, de la que es doctor honoris causa. Permítanme unos pocos ejemplos: su preocupación por los desfavorecidos le había llevado a crear, en Granada, el primer centro español de prevención y detección de enfermedades de origen metabólico-genético en recién nacidos. Su inestimable apoyo hizo que el centro de Murcia fuese también uno de los pioneros, integrado en un plan nacional. ¿Cómo financiar el plan? El mago Federico, «el gran sablista de la cultura», como ha sido llamado, buscó la solución: una pequeña parte de la tasa sobre el juego. Otro ejemplo: en el año 1975, la Universidad de Murcia, anquilosada durante un largo periodo, se encontraba en una situación crítica en la que era muy difícil insuflar aires de renovación. Una vez más, Murcia se quedaba atrás. Federico era subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia. Una breve conversación bastó para que comprendiese la situación, y el mes de julio de 1975 fue escogido, tras una terna consensuada, rector de la Universidad de Murcia la persona adecuada para el cambio, un universitario modesto, sabio, tolerante y bueno: Paco Sabater.
Por cierto, uno de los primeros documentos recibidos, procedente del Ministerio y sin firma, fue una amplia lista de alumnos y profesores, acusados de pertenecer al Partido Comunista, instando a que fuesen expulsados de la Universidad. Cuando le comenté a Federico la situación, indicándole que pensábamos ignorar el escrito ministerial, me dijo, con determinación, «hacéis lo que debéis de hacer», doliéndose de que ciertos hábitos aún perdurasen. Otros ejemplos: Murcia, por la dejadez de sus políticos responsables, carecía de Escuela Oficial de Idiomas y no se resolvía el deseo de Cartagena de contar con un Instituto Politécnico. Tras ser informado al respecto, en menos de una semana se materializaba su creación. Y su ayuda para el despegue de la Universidad de Murcia fue importantísima, presidiendo la colocación de la primera piedra de las instalaciones del nuevo campus de Espinardo. Muchas felicidades, Federico. Y gracias.
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