Jacobo de las Leyes
Pese a su distancia temporal y disciplinar con Salzillo, este italomurciano merece también una especial atención
Todos los murcianos conocen y se sienten orgullosos del mejor imaginero que ha dado España, nuestro Salzillo. Pero muy pocos saben quién fue Jacobo de las Leyes, del que algunos conocerán la calle con su nombre que discurre desde el lateral derecho de La Merced, paralela al primer tramo de Puerta Nueva, y solo unos pocos que este jurista está enterrado en la Catedral de Murcia.
El maestro Jacobo de las leyes, también italiano de nacimiento, vivió y actuó en esta Ciudad en el siglo XIII, siendo jurisconsulto del rey Alfonso X. Su obra fue trascendental para la Historia del Derecho patrio.
Este personaje vivió en una época en la que además del monarca castellano ya citado, reinaba en Aragón y Cataluña Jaime I, embarcándose ambos en abrir la cultura jurídica a la influencia del Derecho Romano, y en parte del Canónico, cultivándose así el llamado Derecho Común. Tras residir un tiempo en Sevilla, Jacobo vivió en Murcia desde 1267 hasta su muerte en 1294, sirviendo al Rey Sabio todo este tiempo y recibiendo distintos cometidos, entre los que destaca el repartimiento de las tierras de Murcia, Cartagena y Lorca, así como la participación en los de Mula, Orihuela y Alicante. También actuó como juez, como se indica en la obra Becerro «del repartimiento de tierras e otras mercedes a los conquistadores e pobladores del reyno de Murcia, fecho por el Rey D. Alonso». Estuvo encargado de tomar las cuentas a los cogedores de las rentas reales en este reino y, al parecer, influyó en el traslado de la residencia del Obispo de Cartagena a esta capital. Igualmente intervino en la embajada a Pedro III de Aragón para instar ayuda frente a los moros granadinos y africanos que trataban de asentarse en esta tierra, siendo contenidos y desplazándose los mudéjares al arrabal denominado Arrixaca, hoy barrio Infante Juan Manuel.
De entre sus obras, estudiadas en la Península y traducidas al catalán y al portugués, destacan 'Las Flores del Derecho', 'El Doctrinal' y la 'Summa de los Nueve Tiempos', constituyendo entre todas un verdadero y valiosísimo antecedente de lo que después sería el Derecho Procesal Español.
Igualmente la doctrina especializada le atribuye una contundente intervención en la redacción de las 'Partidas', el texto alfonsino por antonomasia, pareciendo claro que fue el autor material de la Tercera, dedicada a la Justicia. Sin duda intervino también en obras esenciales como el 'Fuero Juzgo', el 'Setenario' y el 'Espéculo', siguiendo los modelos del Derecho Justiniano, de ahí que se le considere como el Triboniano de Alfonso X.
La forma como concibió este autor el proceso fue reflejada posteriormente en las grandes colecciones legislativas, como la Nueva y la Novísima Recopilación, claros antecedentes de la Codificación del siglo XIX.
Por todo, hemos de considerarlo como un enorme jurista, sin que su presencia falte en los grandes textos y manuales de los mejores profesores de esta disciplina, como Tomás y Valiente, Lalinde Abadía, Rafael Gibert, Pérez-Prendes, Bonilla y San Martín y los catedráticos de la Universidad de Murcia Gacto Fernández, Torres Fontes y, sobre todo, Pérez Martín, el mejor estudioso del maestro Jacobo.
El también llamado Jacobo de la Junta tuvo descendencia en Murcia y todavía se le adjudica parentesco con las familias Pagán y Agüera.
Junto con su madre (Beatriz) y su esposa (Juana), tras algunos traslados, reposa desde 1529 en una capilla catedralicia situada entre las del Corpus y Dávalos, aunque difícilmente es identificable porque sobre la tumba se ubicó una placa correspondiente al obispo Diego Mariano Alguacil. En la fachada de Levante del Tribunal Supremo existe una estatua del Maestro.
Pues bien, el desconocimiento de Jacobo de las Leyes antes referido se debe al silencio existente durante muchos años sobre su magna obra. En 1994, coincidiendo con el setecientos aniversario de su muerte, el Instituto de Derecho Común Europeo de la Universidad de Murcia organizó unas jornadas para el estudio del jurista medieval, insertándose las ponencias desarrolladas en el nº 5-6 de la revista especializada 'Glossae'.
Desde entonces un nuevo silencio cubre al personaje, de ahí que esta colaboración periodística vaya destinada a refrescar la memoria de nuestros paisanos y, sobre todo, del mundo jurídico de la Región, auspiciando asimismo la posibilidad de que en 2024 vuelvan a organizarse por alguna de las instituciones jurídicas de Murcia otras jornadas sobre este italomurciano que, en verdad, pese a su distancia temporal y disciplinar con Salzillo, merece también una especial atención, al tratarse de alguien del que los murcianos podemos estar orgullosos.
No soy profesor ni investigador en la materia, pero me mueve a tal aspiración mi afición a la Historia del Derecho y mi entusiasmo por la figura de Jacobo de las leyes, para mí, el Salzillo del Derecho.