Si esto es una mujer: Ilana Gritzewsky
Es una mujer de 30 años, secuestrada por Hamás durante la masacre del 7 de octubre de 2023. Ha venido hoy a Madrid entera de fortaleza
Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre», Primo Levi.
De alma a alma hablo hoy al lector, desde la voz femenina al fondo de lo humano, sin excusas ni pasaporte, le traigo el llanto sordo que brota de la sangre de los ultrajados.
Tiene mi palabra aquí el carácter de lo prestado, de lo que tomo de otra mujer. Ilana Gritzewsky es una mujer de 30 años, secuestrada por Hamás durante la masacre del 7 de octubre de 2023. Ha venido hoy a Madrid entera de fortaleza, la que obliga a su cuerpo herido a reponerse para la vida.
Hoy cuenta su historia para que no olvidemos que su novio y 100 personas más siguen en manos de los bárbaros
Después de una noche lluviosa, vacila el día entre el gris de la melancolía y el brillo de un sol de otoño, ofrecido clemente por el misterio de los meteoros. Identifico a Ilana entre los viandantes, antes de entrar a la sala de conferencias. Es una mujer joven, hermosa, que muestra en su caminar el daño producido por los huesos quebrados y unas lesiones que minutos después descubriré dolorosamente. Nadie soporta el llanto, menos ella.
Ha tardado un poco en entrar, y se sienta en la primera fila, antes de que sea suyo el turno de la palabra. Le tiemblan las piernas todo el tiempo, sin parar, desde el primer hasta el último momento. Porque sus miembros no callan y denuncian en su inquietud un quebranto que no para. La rebeldía oculta del cuerpo golpeado contrasta con el brillo de la mirada y la boca que consigue sonreír para expresar el amor y la vida que aún le queda.
Después de las autoridades, sube al escenario con esfuerzo y comienza su relato. Nos cuenta con detalles el horror que ha sufrido, desde las 6.30 de la mañana del 7, que despierta con el sonido de las alarmas, hasta el día de hoy y mientras quede un secuestrado en las manos de los bárbaros. Estaba en su casa del kibutz Nir Oz, con su novio, Matan. Desayunaba para disponerse a pasar un día de enamorados por el antiguo Jerusalén, cuando la persistencia de las alarmas, a las que estaban acostumbrados, les hizo reaccionar.
Se escondieron en el refugio, pero al momento los terroristas volaron a balazos la cerradura de la puerta. La pareja consiguió huir por la ventana que daba al patio de los vecinos, pero Ilana no podía encontrar un lugar al que dirigirse libre de asesinos, de cuerpos o de llamas. La capturaron, golpearon, tocaron y arrastraron, rompiéndole la cadera y la mandíbula, quemándole un pie y maltratándola hasta que perdió el conocimiento, presa ya del trauma físico y psicológico. Recuerda que antes pensó en su madre, en que no merecía tal sufrimiento de una hija.
Cuando despertó se encontraba en una casa en ruinas, desnuda se dio cuenta de que no la habían violado porque tenía la regla. Diez hombres la retenían y golpeaban, jactándose de su trofeo. Ella les preguntaba por Matan, su novio, pero durante días no le respondieron, su vigilante le decía que era muy bonita y se casarían. Ella no les importaba, era su «títere», repite una y otra vez.
Al cabo de unos días, después de prometerle falsamente que la liberarían, la llevaron a los túneles, junto con otros prisioneros. Antes de liberarla definitivamente, ella se negó a marchar sin los otros secuestrados y sin su novio, del que ya sabía que también estaba a manos de los terroristas. Les suplicaba que la llevasen con él, lloraba y le temblaban las piernas, como hoy, y ellos se enfadaban y la golpeaban. A los 55 días, la liberaron y hoy cuenta su historia para que no olvidemos que aún su novio y 100 personas más, entre ellos bebés, siguen en manos de los bárbaros.
Les traigo este duro testimonio porque es el deber del que lo recibe narrárselo a otros. Porque, como dice Primo Levi, «nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento».
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