El investigador y la estrella del rock
PERMÍTAME QUE INSISTA ·
La pasada semana visitó Murcia uno de los grandes científicos del mundo, Adolfo García Sastre. Un burgalés ya universal, director del Instituto de Salud Global ... y Patógenos Emergentes en la Escuela de Medicina Icahn Mount Sinai de New York.
Una multinacional farmacéutica, concretamente la compañía Seqirus, ha logrado reunir a una excelente nómina de profesionales asistenciales, docentes, de gestión o investigación que durante 24 horas han conocido y debatido los últimos avances en torno a la vacunación de la gripe e, inevitablemente, frente a la Covid-19. Solo cabe agradecer a quien lo hace posible la organización en nuestra tierra de encuentros científicos de este nivel y se trata, una vez más, de la absurdamente demonizada industria farmacéutica.
Recientemente, en la comisión de ciencia, innovación y universidades del Congreso de los Diputados se ponía de manifiesto que la industria farmacéutica, junto con la del automóvil, es el primer sector inversor en I+D de nuestro país, con más de 1.200 millones de euros anuales, por lo que es el gran dinamizador de la investigación biosanitaria pública y privada.
Resulta sorprendente que, visto lo visto y vivido lo vivido, todavía convivamos con la leyenda negra que rodea a este sector. El 73% del incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados se debe directamente a los nuevos medicamentos y algunos de ellos pueden llegar a tener un coste de desarrollo que supera los miles de millones de euros. Evidentemente y si pretendemos que la investigación continúe, la inversión debe ser recuperada por un sector que, por otra parte, ha diseñado incluso fórmulas de riesgo compartido para poder trasladar sus últimos avances a los ciudadanos que los precisan.
Como lamentablemente nos ha demostrado la pandemia, no hay economía sin salud y no hay salud sin una investigación biomédica de excelencia. El falso e hipócrita pudor sobre la financiación privada es profundamente absurdo y desafortunado. La propia Organización de Naciones Unidas defiende las alianzas público-privadas como el objetivo de desarrollo sostenible número 17.
El dinero es finito, sea público o privado, y estamos obligados a articular estrategias conjuntas y a generar sinergias entre quienes pueden financiar y quienes necesitamos esa financiación para mantener un derecho que afortunadamente en nuestro país es universal: el derecho a la salud y a los servicios que la sustentan. Estamos hablando de vidas humanas y de estado del bienestar en la mejor y más generosa de sus acepciones. No podemos mantener el discurso fácil de un buenismo artificial e ineficaz, necesitamos visión a largo plazo, alianzas público-privadas e innovación, o en román paladino, lograr llevar los resultados de la investigación a cada ciudadano que lo necesite. Y precisamos, igualmente, formación y encuentros que, como el celebrado en Murcia la pasada semana, impulsen la comunicación y el debate científico.
Por supuesto, no se trata de gestionar mal o de prescribir terapias innecesariamente. De hecho, afirmar que ello ocurre atraviesa por cuestionar disparatadamente la evidente profesionalidad de los médicos españoles.
De Adolfo García Sastre hemos aprendido mucho estos días y hemos comprobado, una vez más, que cuanto más talento y conocimiento encierra un ser humano, más humildad y sentido común lo acompañan. Para cualquier científico debe resultar emocionante que los ciudadanos lo paren por la calle para darle las gracias, como ocurrió con él cuando destinó un tiempo a conocer nuestro patrimonio artístico y gastronómico. Es uno de los rostros habituales de los medios de comunicación en los 19 meses que llevamos de pandemia. Nunca ha dudado ni un momento en burlar al sueño para atender a cuantos periodistas en nuestro país y en cualquier parte del mundo han requerido de su conocimiento ante tanta duda y dolor. Y sí, es un claro defensor de la financiación mixta y de las alianzas.
A García Sastre lo reconocían los ciudadanos como a una estrella de rock, esa música que tanto le gusta. Nosotros solo podemos desearle suerte en sus investigaciones, puesto que ese éxito será el de todos y esperar que, cuando esto mejore, Extremoduro regrese a los escenarios, una excusa más para que García Sastre, metalero confeso, regrese a nuestro país. Gracias, profesor.
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