Ya es hora de olvidar
ALGO QUE DECIR ·
La fatiga de cargar con la memoria ya no está vigente, ya no es ineludible, ha llegado el momento de sentirnos libresLo mejor de hacerse mayor, casi viejo, es que uno se ha ganado ya el derecho de olvidar muchas cosas y de que ya no ... tiene la molesta obligación de mantener frescos algunos recuerdos. Durante años hemos llevado en la cabeza un sinfín de datos, de imágenes, de aromas y de sensaciones con las que hemos cargado, porque muchas de ellas constituían nuestra propia vida y no podíamos olvidarlas si no olvidábamos antes asuntos fundamentales que era preciso mantener en la memoria: algo de todo lo que aprendimos en la escuela, en el instituto y en la universidad incluso, algo de lo mucho que leímos a lo largo de estos últimos años; los recuerdos de nuestros viajes, las palabras que nos dijeron ellas, e incluso muchas de las que les dijimos nosotros, el álbum familiar donde continúan nuestros hijos y la mejor parte de nuestra familia, aquellas fotos de mi bisabuela Josefa y las otras de mis cuatro abuelos donde yo también aparezco, lo que me dijeron mis padres por separado antes de que cada uno de ellos se marchara para siempre, la conversación que mantuve unos días antes de que se quitara de en medio, todavía no sé por qué, aquel amigo de la infancia al que no volveré a ver nunca; los centenares de folios y las docenas de libros que me tragué literalmente durante mi carrera y los centenares de títulos con los que he disfrutado a lo largo de mi vida, el dolor y el placer que me concedieron las mujeres de mi vida.
Olvidar es una operación de aseo necesaria, porque sería insoportable tener aquella terrible capacidad del personaje de Borges, en el cuento 'Funes el memorioso', al que le era imposible olvidar nada. Escribo rodeado de algunos miles de libros en mi despacho y siento que de todos ellos he guardado algo en mi cabeza y en mi corazón, pero que ya los he leído, como he hecho otras cosas, que por fortuna no tendré que volver a hacer nunca más. Es un alivio saber que no es preciso estudiar para sacarme el carnet de conducir ni para presentarme a todos los exámenes a los que me presenté durante mi vida de estudiante, incluidas las terribles oposiciones, la tesis y la cátedra, que sé nadar y conducir y no debo preocuparme por que se me olvide. A cambio, hay muchísima información que ya no me hace falta y que debo liberar sin prisa del todo, pesos, medidas, cantidades, problemas, fórmulas matemáticas, afluentes de los ríos de España, ciudades del mundo, fechas, títulos y nombres prescindibles a los que todos tenemos acceso a golpe de tecla, porque todo se encuentra en ese Google omnisciente y absoluto del que depende la humanidad. El resto se borrará en cualquier momento, tal vez porque ya no nos hace falta. Hemos descubierto la penicilina, hemos inventado la rueda y el jabón, hemos subido a la Luna e iremos a Marte a buen seguro en un futuro próximo, la tecnología y el firmamento empiezan a no tener secretos para nosotros, el amor forma parte de nuestra vida y el sexo ya tuvo su mejor época y aún persiste en nuestra piel y en nuestras neuronas como una joya indeleble.
En la memoria guardaremos lo más exclusivo y vamos a deshacernos de lo precario, de los despojos y la escoria que no va a aportarnos nada, nos quedaremos con todo lo que llene nuestro espíritu, con lo que nos sorprenda y no ocupe tampoco demasiado lugar, pues se acerca el momento de quedarnos con lo mínimo, casi desnudos como los hijos de la mar, que diría Machado, con nosotros y con la gente que nos quiere, con un puñado esencial de recuerdos y poco más. La fatiga de cargar con la memoria ya no está vigente, ya no es ineludible, ha llegado el momento de sentirnos libres de despojarnos del peso que nos viene lastrando toda la vida hasta olvidar las primarias tablas de cálculo, las primitivas reglas ortográficas, salvo nuestro nombre y nuestros dos apellidos, el lugar que habitamos y la mujer con la que vivimos, lo demás nos sobra y no nos cabe ya en la cabeza.
Descansar es el olvido y ya viene siendo la hora de olvidar.
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