Las 'histéricas' y el ibuprofeno de Adams

A Platón no le perdonaré jamás que describiera el útero como una especie de animal errante con voluntad propia capaz de vagar sin rumbo fijo por el cuerpo femenino y provocar miles de enfermedades si no era fecundado, entre las que se encontraba la sofocación histérica de la que escribió Hipócrates y se diagnosticó hasta mediados del siglo XIX. ¿Síntomas? Desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, cefaleas y «tendencia a causar problemas varios». ¿Tratamiento? El matrimonio y para las solteronas, viudas y monjas, una estimulación manual de los genitales por el médico o la comadrona hasta alcanzar el «paroxismo histérico», lo que viene a ser un orgasmo en cristiano. Menos mal que con el tiempo el tabú de la masturbación fue superado y se inventó el vibrador, buscando para las 'histéricas' la comodidad de sus casas, y que, por cierto, fue el quinto electrodoméstico que salió al mercado, después de la máquina de coser, el ventilador, la tetera y la tostadora, y antes que la aspiradora y la plancha.

Sí, a las mujeres nos duele más la cabeza por los ciclos menstruales y la menopausia y no sé qué hubiera sido de mí si Stewart Adams no hubiera dado con la fórmula del ibuprofeno hace más de 35 años. Resacas me ha quitado unas cuantas, también a Adams, fallecido este año, y lo contó muerto de la risa a 'The Telegraph' después de una noche de marcha. Y dolores menstruales, tan de moda ahora por lo de las bajas laborales, nada nuevo, por cierto, hace tiempo que se dan si los dolores son graves. Para la vicepresidenta Yolanda Díaz se trata de «tener la sensibilidad suficiente para comprender que somos diferentes a los hombres». ¿Y la lucha por neutralizar los estereotipos? ¿Y la tan cacareada igualdad? ¡Socorro! No entiendo nada.