Hisopados
PERMÍTAME QUE INSISTA ·
Lo sorprendente en este escenario de crisis es la infinita capacidad de algunos políticos para dedicarse a no se sabe bien quéDe entre el vocabulario pandémico destaca una palabrita por méritos propios. Se trata de hisopo o, lo que es lo mismo, el bastoncillo con el que los profesionales toman las muestras nasofaríngeas, para un test de antígenos o una PCR. Además, su presencia en el actual discurso se la ha ganado a pulso y sin pertenecer al diccionario Covid-19 de la factoría Redondo-Sánchez. El hisopo está al margen de esa nómina de expresiones que nos han impuesto y que hemos interiorizado servilmente y hasta incorporado al lenguaje coloquial.
Nuestra vida en pandemia sigue siendo nuestra vida, pero a peor. El que transitaba en un espacio estable lo contempla tambalearse. Y los que previamente a esta pandemia malvivían, a duras penas sobreviven hoy entre mascarillas e hisopos.
Lo absolutamente sorprendente en este escenario de dolorosa crisis es la infinita capacidad de algunos políticos para dedicarse a no se sabe bien qué. Suele tratarse de asuntos exóticos y extemporáneos, protagonizados por personajes que viven muy bien al margen de la realidad, polemizando sobre temas que nos importan menos que nada, pero que ciertamente y cuando nos paramos a reflexionar, pueden ocultar cuestiones de gravedad. Son los hisopadores de nuestra democracia, nuestra economía o nuestra cultura que, sin tener directamente nada que ver con una PCR, nos introducen permanentemente la torunda en cualquiera de sus modalidades.
Y qué decir de la 'niñera mágica' de los Iglesias-Montero, o Montero- Iglesias. Fantástica
De lo más reciente: en un país con una agricultura moderna y sostenible, productora del mejor de los aceites, el ministro de Consumo ha permitido que se cuestionen sus propiedades nutricionales, sabiendo lo que eso supone para millones de consumidores. Este señor habla poco, pero tampoco es necesario que aumente el ritmo. Podía tomar nota de Manuel Castells, su desaparecido compañero de Gabinete, al que imagino que alguien estará buscando.
Garzón, desde que llegó, no ha hecho salvo cuestionar los sectores productivos nacionales, dañándolos. Ahora se comprende la falta de aliento de José Coronado en un spot de televisión que protagoniza en defensa de nuestro aceite. El actor corre y corre en una dehesa como si lo persiguieran. Está claro que había escuchado previamente al ministro de Consumo y se quedaba sin anuncio y sin olivares.
Puede ser que la publicidad se grabara en Baleares, sabiendo Coronado que allí no solo adiós al aceite, gracias a Garzón, sino también a los huevos, gracias a Podemos, cuya moción en el parlamento balear, reivindicando que solo se puedan consumir huevos libres (sic), esto es, provenientes de gallinas no enjauladas, ha generado, como poco, vergüenza ajena.
El vicepresidente segundo del Gobierno también parece estar francamente preocupado por el momento terrible que atravesamos y anda por Twitter bromeando, sí, bromeando, respecto a su propia vestimenta en la toma de posesión de Darias e Iceta, y bromeando igualmente, sí, bromeando, sobre nacionalizaciones, no iba a perder la ocasión. A dos tuits del anterior, el ministro de Justicia, Marlaska, utiliza sus canales oficiales para solicitar emocionadamente que se vote a Illa en las elecciones catalanas, más o menos el mismo día en el que descubrimos la ocultación de un informe del Consejo de Estado que, según los juristas, incumple tres leyes. Pero ellos estaban a otra cosa... o no.
Y qué decir de la 'niñera mágica' de los Iglesias-Montero, o Montero- Iglesias. Fantástica. El sueño de todos los padres. Te llevas a los niños al trabajo, te los cuida divinamente una persona de tu máxima confianza, en el despacho de al lado, les echas un vistazo cuando quieras y los costes te los financia el Estado. Igual es por ello que Juan Carlos Monedero pretende ser candidato a la alcaldía de Madrid, para epatar con aquello de «iguálamelo, si puedes».
Pocas bromas tiene que 'The Economist' considere que nuestro país ha caído seis puestos en el índice de calidad democrática desde que gobiernan el PSOE y Podemos, por falta de libertad y trasparencia. Un hisopo también es un utensilio de metal para esparcir agua bendita. No nos vendría nada mal que nos hisopen, en esta acepción, más a menudo.