Estos días estamos asistiendo a un auténtico circo por parte de la derecha, en el que utilizan la mentira, también con la educación, para llamar a la guerra contra el Gobierno de España. Generar miedo, esparcir bulos y retorcer la palabra libertad. Esa es la táctica, tan pobre y tan vacía, manida ya de tanto usarla, pero que el PP parece haber aprendido a fuego. ¡Cuánto les gustará el ruido!
Demuestran con sus hechos que la Lomloe es una ley necesaria y buena, de ahí que no hayamos escuchado todavía ni un argumento educativo en contra. Eso sí, tambalea el negocio que algunos habían montado con la educación y eso bien merece una buena campaña de difamación.
Y aquí andamos, desmintiendo patrañas.
No. No se van a cerrar los centros de Educación Especial. Se va a dotar a los centros ordinarios de los recursos que les permitan escolarizar a los alumnos con necesidades educativas especiales que así lo deseen, para avanzar en su plena inclusión.
No. Las familias no van a perder libertad para elegir el centro educativo de sus hijos. La seguirán teniendo como hasta ahora. Pero eso no quiere decir que la administración tenga, ni haya tenido nunca, la obligación de otorgar la plaza elegida, porque en algunos casos, es inviable materialmente.
No. No se ataca a la enseñanza concertada. La ley solo pretende poner freno a la política de concertación indiscriminada e innecesaria que lleva aplicando décadas el PP murciano. Y, por supuesto, prohíbe el cobro de cuotas obligatorias a las familias en centros sufragados con fondos públicos.
Y, no. El castellano no va a dejar de estudiarse en ninguna escuela.
Pero impidamos que el árbol no nos deje ver el bosque. La Lomloe adaptará nuestro sistema educativo a la sociedad del presente y del futuro. Lo hará más equitativo, más inclusivo, garantizará la igualdad de oportunidades y abundará en una educación de calidad que busque la excelencia de nuestro alumnado.
Una ley necesaria, sobre todo, en regiones como la nuestra, con una brecha social agigantada, ávida de inversión educativa pública. Una región con infraestructuras educativas obsoletas, con altísimas tasas en fracaso y abandono escolar. Una región que sigue teniendo castigados cada día a miles de alumnos fuera de las aulas, hipotecando su futuro educativo.
Sin embargo, López Miras, responsable último de esto, prefiere dedicar sus esfuerzos en contentar a sus amiguetes, anunciando una «contrarreforma» de la ley que vuelva a dejar la educación pública en la estacada. Debe dolerle mucho que haya tenido que ser una ley socialista la que vaya a obligarle a cumplir con su deber. Porque, aunque parezca mentira, hay que recordar al presidente que las leyes se cumplen. Y que su responsabilidad es afrontar los retos educativos de nuestra región, no cargarse el sistema público por inanición.
Menos bramidos y más responsabilidad.