Ginés Eduardo Ortiz-López Gambín, un sacerdote ilustre
LA TRIBUNA DEL CRONISTA ·
Su carrera fue vertiginosa. En 1896 está en Madrid tras ser nombrado capellán del Real Monasterio de la EncarnaciónEn este espacio, con anterioridad, estuvimos hablando de María Baltasara López y López y su primer marido, el ministro plenipotenciario José García de León Pizarro ... y Bouligny, así como también dimos cuenta en el cultural Ababol de LA VERDAD sobre su asombrosa y valiosa colección pictórica. A esta nómina de grandes de Villanueva, sumamos posteriormente la figura de José Esteban Ortiz Robles, jefe de escolta de varios presidentes del Gobierno español. Pues bien, tienen en común Isabel María Baltasara López y José Esteban Ortiz Robles un pariente: Ginés Eduardo Ortiz-López Gambín (13 de octubre de 1870, bautizado el 16 de octubre de 1870, inscrito en el libro 13, folio 10), sacerdote vinculado a Isabel, la cual, en uno de sus testamentos lo señala como sobrino (o al menos así lo reconoce ella), mientras que para José Esteban Ortiz fue su tío abuelo paterno.
Ginés Eduardo Ortiz-López Gambín, hijo de Ginés Ortiz López 'el Boticario' y de Rosa Gambín Abenza, conocido en Villanueva como el cura Ginés o el hijo de Ginés, y Eduardo a todos los efectos fuera de la población, desde muy joven, ingresaba en el Seminario de San Fulgencio de Murcia y, años más tarde, en 1888, tenemos constancia de su paso por actividades realizadas en el Seminario con motivo del Novenario a Santo Tomás.
Entre los logros conseguidos, en el curso 1891-1892 sería nombrado regente de la Cátedra de Lenguas Vivas del Seminario de Orihuela, siendo nombrado profesor entre 1892 y 1894. Es en diciembre de 1893 cuando el obispo de Orihuela le ordena diácono, siendo nombrado presbítero de dicho obispado el 19 de mayo de 1894. Sin embargo, su primera misa tendría lugar en Villanueva del Segura, su población natal, concretamente el 24 de junio de 1894, día de San Juan Bautista, acompañado por órgano, orquesta y coro de voces de Murcia dirigidos por Federico Espada, siendo su madrina Isabel López de Pizarro (como es citada en la crónica periodística).
La carrera de Ginés Eduardo fue vertiginosa. En marzo de 1896 podemos encontrarlo en Madrid gracias al favor de Isabel (quien lo tuvo cerca de su zona de residencia: la calle Arrieta, nº 8 principal) dado que sería nombrado capellán del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid (en el que se conserva un cuadro de grandes dimensiones propiedad de Eduardo, heredado de Isabel Mª Baltasara), situado entre el Palacio Real y la Plaza de la Ópera, cargo obtenido por mediación de la reina regente María Cristina, amiga personal de Isabel María Baltasara. Al mes siguiente, conseguiría ser, incluso, el capellán de honor de la reina, con solo 25 años.
En 1904 se le concedería la medalla Conmemorativa de la Regencia y tras la concesión, comenzaría a dar clase en el Real Colegio de Escuelas Pías de San Antonio Abad (los Escolapios), situado en la calle Hortalezas, 69. Es en la cima de su carrera, en agosto de 1905, cuando conseguiría ser nombrado capellán de honor de Su Majestad el rey Alfonso XIII.
El 28 de noviembre de 1904, tras el fallecimiento de Isabel María Baltasara en Madrid (a la edad de 65 años, mientras asistía a una representación teatral), Eduardo Ortiz-López Gambín continuaría con su vida en Madrid durante unos años, llevando la Corte a Villanueva como ya hiciera doña Isabel. Así, en 1912, sería nombrado capellán plenipotenciario, y el 27 de octubre de 1915, canónigo con dignidad de Chantre, director del coro, de la Santa Iglesia Catedral de Sigüenza por Su Santidad el Papa Benedicto XV, gozando de licencias ministeriales en las Diócesis de Cartagena-Murcia, Madrid-Alcalá, Santiago de Compostela, Ávila y Sigüenza.
Años más tarde, en uno de sus continuos regresos a su tierra natal, un fatídico 4 de febrero de 1934, con tan solo 63 años, fallecería en su casa de Villanueva tras oficiar la misa cuando esperaba el desayuno que le llevaba su hermana María Isabel, 'Mariquita'.
Su dilatada carrera, portando siempre el nombre de Villanueva, habla por sí sola. Es hora de que Villanueva responda, gloriando su memoria, por su hijo ilustre.
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