Europeístas de salón
JARABE GIGESTIVO ·
A esa izquierda que tanto gusta de los días históricos habría que leerla y escucharla si Meloni fuese de su cuerdaLa victoria de Giorgia Meloni en las elecciones generales italianas y su casi seguro próximo nombramiento como presidenta del Consejo de Ministros revelan aspectos de ... la gobernanza europea que inquietan por la intención de algunos mensajes, por la ausencia de otros y también por quienes los emiten o silencian.
Asombra que, siendo mujer, de origen humilde e infancia complicada, desde ningún partido político que no sean los próximos ideológicamente se haya puesto en valor el hecho objetivo de ser la primera mujer en ganar unas elecciones en un país que, aparte de maravilloso por tantas razones, es la tercera economía de la Unión Europea. A esa izquierda que tanto gusta de los días históricos habría que leerla y escucharla si Meloni fuese de su cuerda. Ya les digo yo que todos los días Meloni de postre en noticieros y tertulias políticas.
Otro aspecto que debe subrayarse para entender la inquina que despierta la derecha pura entre las élites políticas dominantes en Europa es que no ofrece concesiones a la ideología 'woke' ni a la ingeniería social que pretenden implantar, tan alejada de los intereses reales de las clases populares, esas que la izquierda dice defender y que paradójicamente votan mayoritariamente a partidos como el de Meloni, como demuestra el excelente estudio demoscópico elaborado por IPSOS para el 'Corriere della Sera' en el que se mide la extracción social y capacidad económica de los votantes italianos. A algunos ya les queda menos para proclamar que la derecha política se apropia de esa clase obrera a la que abandonaron para abrazar ideologías identitarias de sexo, condición sexual y raza.
La solución no está en advertir de peligros imaginarios considerando fascista todo lo que no sigue la línea oficial
Y aquellos que contraponen supuestos valores europeos a lo que Meloni y sus millones de votantes representan debieran fijarse más en lo que piensa la verdadera opinión pública y no tanto en la opinión publicada y divulgada en medios de comunicación e instancias oficiales. Porque resulta que mientras se alerta de no se sabe qué peligros o atrocidades nos esperan si no siguen mandando los de siempre, aquí, en nuestras sociedades europeas, permitimos, en contra de las leyes vigentes, que a cientos de miles de niñas les obliguen a llevar un pañuelo en la cabeza en cuanto empiezan a menstruar. Pañuelo que ya no podrán quitarse jamás libremente en público sin que medien serias consecuencias familiares y personales. Por no hablar de situaciones extremas en las que minorías culturales disponen sus propios códigos penales al margen del ordenamiento jurídico, que incluyen el ojo por ojo e incluso el destierro para el penado y todos sus familiares directos. ¿Ha visto usted alguna campaña específica para alertar sobre estas situaciones o para impedir que muchas de sus jóvenes abandonen del sistema educativo antes de la edad establecida como obligatoria para buscarles marido, con total desinterés por parte de las autoridades educativas y de ámbito social? Pues yo tampoco.
Esa idea pueril de una Europa próspera, feliz e inclusiva amenazada por ese oxímoron que sería un supuesto fascismo de derechas (repasen la historia del socialista Mussolini o del partido Nacional Socialista Alemán) no se sostiene por mucho que desde la práctica totalidad de medios de comunicación se trate de desprestigiar una legítima y democrática forma de pensar, como es exigir que se cumplan con celo, por ejemplo, las leyes sobre inmigración o fronteras, que para algo están. Lo expresó de forma brillante la diputada por Murcia Lourdes Méndez en el reciente debate en el Congreso sobre la ley que pretende erradicar la prostitución, advirtiendo de lo incongruente que resulta para ese fin la falta de contundencia a la hora de luchar contra la inmigración ilegal, que llena nuestras calles de mujeres indefensas y desesperadas a las que no se les deja otra salida que la explotación sexual.
Este concepto hipócrita de Europa como refugio de tantos a los que no les interesa para nada el espíritu europeo debe cambiar. Porque lo que hoy es Europa no puede entenderse sin salvaguardar lo que Europa fue. Y la solución no está en advertir de peligros imaginarios considerando fascista o de 'extrema derecha' todo lo que no sigue la línea oficial de pensamiento. No se equivoquen de adversario.
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