Estrategia vs. desafíos económicos
Se van a cumplir dos años desde el inicio de una crisis sanitaria global provocada por la aparición de un nuevo virus que ha venido ... acompañada de continuos riesgos en la economía y de un permanente grado de incertidumbre. A pesar del avance de la vacunación, la sexta ola de la pandemia alcanza niveles de contagio muy altos, poniendo en riesgo la incipiente recuperación de la actividad productiva. Otro golpe más a la economía con efectos inmediatos a nivel macroeconómico y un panorama general que se vuelve más incierto.
El debate se aviva acerca del rumbo de la economía en 2022, poniendo en el centro de la discusión cuestiones como la moderación de las previsiones de crecimiento, la efectividad y cuantía de los fondos 'Next Generation EU', la subida de los precios que amenaza con trasladarse a los salarios, la calidad del empleo creado y el deterioro en las cuentas públicas. La revisión a la baja del crecimiento anticipa una salida de la crisis más suave y prolongada en el tiempo con probables implicaciones en la política fiscal y presupuestaria.
La incidencia que este complejo entorno pueda tener en la competitividad territorial está claramente relacionada con la situación de partida de cada comunidad autónoma, vinculada a su vez a las debilidades estructurales en ámbitos como los relativos al capital humano, la innovación y el avance tecnológico o la dotación de infraestructuras.
En este contexto, la Región de Murcia presenta una importante vulnerabilidad frente a los retos futuros, entre otros motivos, por el predominio de sectores con menor productividad relativa. El próximo Plan Estratégico 2021-2027, actualmente en elaboración, debe establecer el marco de referencia para ganar en competitividad. Dicha planificación estratégica es crucial pues supone la elección del destino que dará la Región a sus recursos y activos existentes (capacidad industrial, capital humano, recursos naturales, etc.), y de cómo va a explotar su potencialidad.
Al respecto de las estrategias, los economistas venimos opinando en el 'Barómetro' sobre la importancia de disponer de un Sistema de Ciencia y Tecnología regional capaz de trasladar sus resultados al aparato productivo y que actúe como determinante en la producción de bienes y servicios innovadores de alto valor añadido. En relación con las infraestructuras, prevalecen las opiniones que resaltan la necesidad de una política de inversiones productivas transformadoras según las prioridades, retos y necesidades de los sectores estratégicos, con especial atención a las infraestructuras para el transporte de las mercancías (marítimas y ferroviarias) y la intermodalidad.
Igualmente, de manera reiterada, se ha puesto de manifiesto la importancia de disponer de un capital humano suficiente y cualificado enfocado a las competencias profesionales y la empleabilidad.
Respecto a las administraciones públicas, subrayan la necesidad de introducir las nuevas tecnologías y modernizar los modelos de organización interna para ganar en agilidad, eficacia y eficiencia, así como de reforzar la consolidación fiscal.
Sobre el desarrollo empresarial, se considera que debe estar basado en un tejido industrial más competitivo, más tecnológico e innovador y más sostenible, con políticas de clúster, reforzando la cooperación y el crecimiento empresarial. Y, finalmente, un desarrollo territorial equilibrado, aprovechando los puntos fuertes, las ventajas competitivas y el potencial de excelencia de cada territorio.
Todos estos aspectos, que forman parte de la competitividad estructural, son imprescindibles para mejorar en la capacidad de atraer nuevas inversiones, consolidar las existentes y, en última instancia, converger en los niveles de bienestar social.
A todo esto, hay que sumar los nuevos retos de la economía, en concordancia con los objetivos europeos de transición hacia una sociedad más ecológica, digital e inclusiva.
La efectividad del gasto de los fondos públicos 'Next Generation' de la Unión Europea se debería abordar desde la evaluación 'ex ante' sobre el alcance y grado de cumplimiento de estos objetivos, es decir, apostar por la ejecución de proyectos que por su carácter transformador mejoren las bases de la competitividad, reduzcan los déficits existentes y actúen como palanca de productividad. En caso contrario, será una oportunidad desperdiciada que provocará que los nuevos desafíos se sumen a la lista de los desequilibrios existentes.
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