Año electoral, propaganda adicional

Lunes, 23 de enero 2023, 22:55

Las elecciones de primavera, municipales y autonómicas, y las generales de diciembre convierten a 2023 en un año destacado si, como parece, hay posibilidades de ... que se produzca un cambio de Gobierno. De ahí que el electorado, con total seguridad, se va a enfrentar a unas alargadas campañas en donde la capacidad de discernimiento va a verse complicada por los mensajes y consignas de todas las fuerzas políticas. Las difusas líneas de separación entre información, publicidad y propaganda acabarán por confundirse aún más si nos atenemos a lo que viene ocurriendo desde 2020.

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Mientras la publicidad es una forma de comunicación en el ejercicio de una actividad, generalmente comercial, con la que influir en la contratación de productos o servicios, la propaganda tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad en el ámbito ideológico o político y de forma parcial y sesgada, intentando respuestas claramente emocionales alejadas de la realidad.

La referencia obligada en el caso de la propaganda la representa Joseph Goebbels, miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, y responsable en su día del Ministerio de Educación Popular y Propaganda. Goebbels desarrolló once principios de la propaganda nazi, de los cuales he seleccionado cuatro recogidos en el libro de Paloma Sánchez-Garnica, finalista del premio Planeta 2021, 'Últimos días en Berlín', y cuya lectura recomiendo.

El gobierno de coalición en España nos ha deparado más contradicciones de las esperadas

Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas. Si una mentira se repite suficientemente acaba por convertirse en verdad.

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Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de comunicaciones afines.

Principio de la exageración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

Principio de vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos al que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

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La simplicidad de estas reflexiones no está reñida con su eficacia, sino todo lo contrario, y son muy reveladoras de como se suele comportar la sociedad, cada vez menos dada a ocuparse de temas trascendentes sustituyéndolos por los asuntos cotidianos. Si a ello sumamos las noticias donde las manipulaciones y exageraciones suelen estar presentes coincidiremos en la creciente dificultad de digerirlas convenientemente y poder posicionarse ante las mismas, por relevantes que puedan ser. Contando, además, con las performances elaboradas desde Moncloa (Iván Redondo es, incluso, superado en ocasiones), que pretenden construir una imagen presidencial a todas luces forzadas, que, más que convencer, consiguen el efecto contrario. Muy comentada ha sido la de Sánchez pasando de reunirse un día en Davos con algunos de los presidentes del IBEX 35, a los que había acusado veladamente de participar en presuntas conjuras, para, al día siguiente apuntarse en Madrid a una partida de petanca con supuestos jubilados, ya que algunos no lo eran y sí dirigentes de su partido, y a una hora, a medio día, donde la tercera edad suele comer o dormir la siesta. Pura broma, si no fuese porque algunos medios sigan el juego reproduciendo las imágenes acompañadas de comentarios complacientes.

En este complejo escenario van a tener que desenvolverse los ciudadanos a la hora de ejercer su derecho al voto. Si deciden hacerlo responsablemente, y no abstenerse, podrán inclinarse por votar al partido o ideología al que tradicionalmente venían apoyando, o, por el contrario, adoptar una posición crítica y reflexiva sobre los acontecimientos que nos ha tocado vivir durante los tres últimos años. La estrenada experiencia de un gobierno de coalición a nivel nacional nos ha deparado más sobresaltos y contradicciones de los esperados, trasladando el pasajero insomnio del presidente Sánchez a muchos españoles, incrédulos ante la deriva a la que se ha llegado: ataque frontal a la Monarquía, críticas desaforadas a los jueces, indultos a los condenados del 'Procés', la reforma penal que debilita al Estado frente a futuros ataques a la Constitución, leyes que rebajan las condenas de los delitos sexuales y de los delitos de malversación, que Bruselas está estudiando con detenimiento, y un largo etcétera de actuaciones populistas. A esa valoración debería añadirse la relativa a la gestión de la pandemia, la relacionada con los millonarios fondos europeos cuyos efectos están siendo inferiores a los esperados, el récord alcanzado en la deuda pública, ser el país con los mayores niveles de desempleo juvenil, doblando la tasa media de la UE, y otras cuestiones de no menos interés que terminan afectando a todos los ciudadanos.

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Al final, los españoles, si logran no dejarse influir en exceso por la propaganda, deberán optar entre la gobernanza del país por las mismas fuerzas políticas de la actual legislatura o por abrir paso a un nuevo gobierno instalado en la centralidad y la moderación y que trabaje para la totalidad de nuestros compatriotas y en sintonía con los principales socios europeos.

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