La decisión de Feijóo de romper las negociaciones para la renovación del CGPJ no ha sido una sorpresa, ni siquiera en el ámbito judicial. La ... semana pasada, un magistrado muy sensato me aseguraba que esta vez, sí; que el acuerdo de renovación iba a salir, porque todos se han dado cuenta de que este bloqueo de cuatro años está causando graves daños en el funcionamiento de algunos importantes órganos judiciales. El magistrado me decía esto plenamente convencido. Pero lo cierto es que, algunos días antes, otro magistrado, también muy sensato, pero más joven e impulsivo, me expresaba todo lo contrario. Me decía que estaba seguro de que, ni ahora ni en el futuro inmediato, el PP acordará con el PSOE la renovación del CGPJ. Y me expresaba las razones de su convencimiento: primera, porque no le conviene: ¿para qué cambiar la composición del CGPJ si ahora mismo el PP cuenta con una mayoría de miembros del Consejo que le son propicios, y que fueron designados en tiempos de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy? Y, segunda, porque este bloqueo de casi cuatro años no le supone al PP ningún coste electoral. Todo lo contrario: sus votantes más radicales le están pidiendo a Feijóo que no pacte nunca con los socialistas. A Pedro Sánchez, ni agua. A este sector de su electorado le trae absolutamente sin cuidado que la actitud obstruccionista del PP pudiera ser calificada de inconstitucional.
Publicidad
Supongo que Feijóo, antes de hacer pública su decisión, habrá evaluado todas sus consecuencias. Desde luego, era previsible que se alegrarían mucho los entusiastas de Isabel Díaz Ayuso, que desde siempre está sosteniendo que con Pedro Sánchez no se debe pactar nunca. Sin embargo, en mi opinión, la decisión de Feijóo ha producido otras consecuencias, que se podían haber previsto, pero que, en cualquier caso, no eran deseables. En efecto:
1. Hace meses Pedro Sánchez era un cadáver político. Ha sido víctima de sus propios errores, al no romper la coalición con Podemos, y al reiterar los pactos parlamentarios con Bildu. Tras el desastre electoral de Andalucía, todo el mundo lo daba por muerto. Incluso en las filas socialistas se decía que ya era tarde para rectificar; que hiciese lo que hiciese, Pedro Sánchez estaba condenado a morir en las urnas de mayo y de diciembre del año que viene. Algunos barones territoriales, desde Castilla-La Mancha y desde Extremadura, mostraban públicamente sus desavenencias con el presidente del Gobierno, y marcaban distancias para no verse arrastrados por la inercia de la caída. Y tanto era así, que las encuestas detectaban indicios de que algunos votantes del PSOE podrían votar en el futuro al PP.
Lo único que debería preocupar a Feijóo es que quien más se ha alegrado ha sido Díaz Ayuso
Sin embargo, la decisión de Feijóo ha cambiado las cosas. Los socialistas han cerrado filas en torno a su secretario general. Se ha visto en Sevilla, en los actos de conmemoración del cuarenta aniversario de las elecciones generales de 1982. Dos de los barones territoriales más significados, Page y Vara, han apoyado abiertamente a Pedro Sánchez. Incluso Felipe González, tan mordaz y tan crítico con Sánchez en otras ocasiones, ha dicho aquello de que, si a alguien no le gusta una ley, tiene todo el derecho de cambiarla, pero, mientras esté vigente, lo que hay que hacer es cumplirla.
Publicidad
Así las cosas, en algunos círculos políticos se comenta que a Feijóo, para ganar las elecciones, le bastaba con estarse quieto, con un perfil bajo, sin hacer mucho ruido. Pero que decisiones como romper la negociación para la renovación del CGPJ pudieran tener la virtualidad de resucitar a Pedro Sánchez. Lo que Sánchez no lograría con la rectificación de sus propios errores, lo puede conseguir con las decisiones de Feijóo.
2. Otro efecto no esperado ha sido la reacción de los miembros conservadores del CGPJ. Aunque veremos cómo acaba. La dimisión de Lesmes y la ruptura de las negociaciones les han dejado en una situación difícil. O logran pactar con los progresistas la propuesta de dos miembros del Tribunal Constitucional, o tendrían que ir pensando en otra cosa, como dimitir todos y marcharse a casa, como ha hecho Lesmes, o renunciar al sueldo, o al menos al complemento de productividad, dada la drástica reducción de sus competencias, al estar ya cuatro años en funciones.
Publicidad
3. Y otro efecto no deseado es el desgaste que puede haber sufrido el propio Feijóo por esta decisión. Se dice que ha perdido la autoridad y el liderazgo, que él no es quien realmente manda; que no es un hombre de Estado; que no tiene suficiente preparación. Pero todas estas críticas se hacen desde la izquierda, o desde fuera del partido. En mi opinión, me parecen exageradas. A este respecto, no aprecio preocupación alguna ni entre los militantes ni entre los dirigentes del PP. Todo lo contrario: la decisión de Feijóo ha suscitado muchos aplausos en la derecha y en el centro derecha. Lo único que realmente debería preocupar a Feijóo es que quien más se ha alegrado ha sido Díaz Ayuso.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión