Educar en sentido y sensibilidad
Este año han fallecido 41 mujeres fruto de la violencia machista. Son los estremecedores datos que cada 25 de noviembre regresan a la palestra con motivo del Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer.
Los gestos cuando llega esta efeméride son abrumadores por parte de todas las formaciones políticas. Las promesas, los golpes de pecho y hasta las lágrimas son habituales. Lazos violetas, y campañas sinceras como la que ha realizado este año el colectivo al que pertenezco: la plataforma de periodistas feministas de la Región de Murcia, Colombine.
La pregunta siempre es la misma ¿Cómo terminamos con este mal? Es preciso un análisis serio de las causas de la violencia para que ningún hombre mate a una mujer a la que dice amar.
Veamos, venimos de un viejo orden en el que el papel de la fémina estaba muy claro. Su sexualidad solo tenía un fin reproductor y su lugar estaba en la casa. Todo lo que saliese del ámbito doméstico no entraba en sus competencias. Hasta que llegó el sufragismo. A lo largo de los siglos la franja espacio-tiempo donde la mujer es protagonista es mínima si lo comparamos con siglos de historia donde siempre estuvo oscurecida, negada, subordinada, eliminada de la ecuación de la sociedad. Con este peso de la tradición sobre la espalda sufrida de nuestras antepasadas entendemos que hoy nos encontramos con movimientos de doble dirección: la emancipación, la búsqueda y la consecución de la igualdad, por un lado, y patrones de hípersexualización de adolescentes y cosificación de la mujer, por otro. Mujeres que incluso participan activamente en estos patrones y se someten a operaciones de aumento de pechos, labios y eliminación de costillas flotantes para acentuar la cintura, algo que nos acerca más al viejo corsé del XIX. Un corsé del que la mujer no termina de escapar.
El patrón de mujer cuidadora y sumisa convierte a jóvenes en candidatas para relaciones tóxicas
La perpetuación de estos patrones de mujer bella siempre cuidadora y sumisa convierten a muchas jóvenes en candidatas perfectas para adentrarse en relaciones tóxicas y de dependencia; el contexto donde suceden la gran mayoría de maltratos, abusos físicos, psicológicos y, desgraciadamente, las trágicas muertes.
¿Dónde erradicar la violencia? Está claro: en su origen. ¿Cómo? la educación sexo-afectiva es básica desde la infancia para diferenciar el buen amor del mal amor y no caer en relaciones enfermizas y tóxicas.
La sensibilización es el otro punto muy importante y, a mi modo de ver, más complicado de conseguir. El maltrato a veces es obvio pero la mayoría del tiempo muy sutil. Los malos chistes machistas están a la orden del día en los grupos de whatsapp. Es tan sutil que hasta a algunas mujeres les divierten ¿Y cómo hacer entender a la mayoría de la gente que este es un primer paso hacia el maltrato?
Educar en sentido y sensibilidad es vital para una sociedad saludable y feliz. Parece sencillo, pero no lo es. Menos golpes de pecho y más pasos reales hacia la verdadera igualdad. Es un camino largo, no proporciona votos a medio plazo pero el único posible.