ESTÁN SIENDO DÍAS LARGOS
Ayer fue un día muy especial para todos los aviadores, no solamente porque celebramos la Patrona, Nuestra Señora de Loreto, sino porque nos trajo a todos el recuerdo de ese día tan especial en nuestra vida, cuando juramos ante nuestra Bandera de España el compromiso de servir hasta la última gota de nuestra sangre. Todos los que ayer nos encontrábamos presentes en la plaza de Armas de la Academia mantuvimos la mirada en esos cadetes que besaban la bandera por primera vez, pero al mismo tiempo, mirábamos al cielo para recordar a nuestros compañeros Paco, Dani y Rosa, recientemente fallecidos en acto de servicio.
Nuestra emoción llegó a ser infinita, ya que rememoramos de nuevo esos buenos momentos vividos con ellos, todos esos recuerdos que nos han dejado para el resto de nuestra vida. La sonrisa del comandante Marín y del comandante Melero, que todo lo conseguían, que todo lo acataban, que todo lo podían enseñar. La ilusión de la alférez Otero, que empezaba sus primeros pasos de servicio desde el aire, contagiando esa motivación y emoción al resto de sus compañeros.
¡Dani y Paco, cuánto hemos aprendido los que hemos compartido con vosotros todos estos años! Dejáis un recuerdo inolvidable en muchos oficiales del Ejército del Aire que un día lanzaron su gorra al aire, gracias a vuestro pleno esfuerzo y dedicación a todos ellos. Gracias por habernos mantenido vivo ese espíritu de sacrificio y esfuerzo con nuestros alumnos. Siempre pensando en lo mejor para su formación y en ser ejemplo continuo de esa imagen que dejabais en vuestro paso por la Escuela Básica, la Escuela Elemental y cómo no, por nuestra querida Patrulla Águila.
Alumnos como nuestra alférez Rosa María, que aprendía del comandante en cada gesto, en cada movimiento, en cada paso hacia ese vuelo infinito que habéis emprendido juntos, nos enriquecen y nos ilusionan aún más como profesores de la Academia General del Aire. No hay consuelo para su familia, pero qué orgullo sentimos cuando esos padres nos manifestaron que su hija volaba y se había ido con el mejor.
Queridos amigos y compañeros, ¡qué días más largos nos esperan sin vosotros! Pero tened claro que seguiremos vuestro legado y, los que vestimos este uniforme del Ejército del Aire, mantendremos vuestro espíritu vivo con el paso del tiempo, como hacemos con tantos otros compañeros que un día ofrecieron el máximo sacrificio que un ser humano puede hacer, dar su vida. Habéis rubricado ese juramento que un día realizasteis muy orgullosos y que llevaba implícito una dedicación plena, para que todos los españoles pudiéramos vivir en paz y nos sintiéramos más seguros.
¡Cómo os gustaba volar! Era vuestra vocación, vuestra pasión, vuestra entrega y no exenta de sacrificio. Ese sacrificio que vuestra familia, a la que apoyaremos el resto de nuestras vidas, llevará con orgullo durante el paso del tiempo.
Como les pasa a todos los que pierden un ser querido, os echamos mucho de menos y no nos hacemos a la idea de no volveros a ver, pero nosotros nos encargaremos de recordaros y honraros a lo largo del paso del tiempo. El día de ayer hizo que nos reconfortáramos más como aviadores y que nos viéramos reflejados en esos jóvenes, de la misma manera que un día emprendimos nosotros ese camino de servicio y entrega.