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Desescalada económica

El problema de España es que está mal financiada, a pesar de ser un país activo, creativo e ingenioso

Martes, 5 de mayo 2020, 01:59

Al mismo tiempo que iremos saliendo a la calle empezaremos a notar los desastres del encierro. No va a ser fácil salir de esta y nos llevará más tiempo del políticamente correcto. Hay una reflexión que viene del norte de Europa despreciando la gestión económica del sur por no saber guardar en épocas de crecimiento y auge económico para los tiempos de crisis y la sentencia es obvia: viven por encima de sus posibilidades. En este saco nos meten junto a Italia y Grecia, que no lo veo mal porque son los tres países que históricamente más han aportado a la evolución política, social e intelectual del mundo. Pero los casos no son comparables porque el problema de España es muy distinto al de esas dos grandes naciones. El problema de España es que está mal financiada, a pesar de ser un país activo, creativo e ingenioso, y no es por el carácter español ni por el clima ni por el folclore, es porque nuestra historia es una historia de aislamiento financiero, quizás porque también somos un país de revoltosos.

Perdimos la II Guerra Mundial y el tren del dinero. Nuestro capitalismo está hecho de pobreza, de hambre y de sufrimiento, y nuestra llegada al club de los países menos pobres se hizo sin un duro, día a día, cada uno empujando por donde dios le daba a entender, asumiendo todos los riesgos personales y económicos que el pulmón de cada uno podía permitir hasta crear un sistema económico, basado en el turismo y los servicios, con palicos y cañicas, sin coberturas de ningún tipo. No hablo del sector industrial o el energético porque a falta de financiación siempre han estado subvencionados con los impuestos y la deuda de todos. Por eso las crisis nos traen la ruina y la prosperidad la esperanza. Esto quiere decir que suponemos un riesgo para el resto de Europa y para el sistema financiero internacional y no se ha entendido que nosotros llegamos arrastrándonos, sin un duro y con la lengua fuera al progreso, el bienestar y la prosperidad, también a la democracia, cuarenta años después. España vive al día no porque gaste más sino porque no podemos financiarnos mejor para crear, investigar e innovar y en consecuencia crear empleo y recaudar impuestos. Ya se debió hacer en su momento pero la ansiedad por pertenecer al club de los ricos políticos, cuando no de los económicos, siendo pobres de solemnidad, y a su moneda nos dejó varados en las ayudas y los fondos de desarrollo. Los políticos tuvieron su recompensa, eso sí.

Bien, continuemos la desescalada, que está tan de moda, y veremos que si el país está mal financiado también lo están las autonomías, los ayuntamientos, las empresas, las familias y las personas. Es un círculo vicioso del que difícilmente se sale porque todos nuestros sectores económicos tienen el mismo problema y hay que afrontarlo con valentía y no con vergüenza de pedigüeño y entonces sí que tendría sentido el Eurobono, aunque es una fórmula que no es sencilla sin integración total y absoluta, pero pedirlo en plena crisis es absurdo por irrealizable. Estas soluciones pueden prosperar cuando hay estabilidad, equilibrio fiscal y crecimiento económico. En cualquier caso, llegado ese momento nos convertiríamos en una autonomía europea con poco poder y ninguna autoridad. Nosotros necesitamos a Europa pero Europa, si quiere ser algo, nos necesita, casi más, a nosotros.

Trabajamos para que los bancos tengan beneficios y estos nos estrangulan con comisiones, sobreprecios...

Otro dato significativo que nos lanzan a la cara es nuestro índice de desempleo por nuestra escasa productividad que es lo mismo que decir que somos unos vagos irredentos, y vuelvo a la misma explicación: nuestra financiación es tan cara, tan mala y tan escasa que los gastos financieros superan, en la mayoría de las empresas, a los gastos de personal, es decir, trabajamos para que los bancos tengan beneficios y estos nos estrangulan con comisiones, sobreprecios, tipos fuera de mercado, garantías, avales y lo que se les ocurra. Lo estamos viendo con las ayudas prometidas, que no son más que créditos de supervivencia, que llegan tarde, mal y caros cuando deberían ser rápidos, baratos y con carencia suficiente para volver a la actividad con seguridad. Pero igual que le pasa a España en su relación con las instituciones financieras le pasa a las empresas con los bancos; no quieren riesgos innecesarios y para acceder a ellos, por mucho aval que ponga el Estado, hay que demostrar solvencia suficiente, cuando el virus nos ha dejado temblando la capacidad de reacción. Las empresas medianas y pequeñas y los autónomos crean el 97% del empleo pero suponen un riesgo muy expandido que nadie quiere, de forma que el crédito no llega donde se necesita.

España necesita un proyecto de futuro para que las crisis no se coman el trabajo y el esfuerzo realizado o seguiremos dándole vueltas a la farola hasta que se apague del todo.

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