Demasiadas preguntas sobre el MIR educativo
El MIR educativo parece que va a transformarse en realidad. Todos conocemos el MIR. Este se configura a principios de la democracia. En 1979 se limitó el acceso a la carrera de medicina, gracias a la conjunción entre sindicatos y colegios médicos y las reformas que buscaban crear y estabilizar el sistema nacional de salud. El modelo se basa en un doble control: números clausus y notas de corte en el ingreso y posteriormente un examen nacional, el MIR. Este oferta un número de plazas, abiertas a la formación de otros médicos que vengan del exterior. Esto permite mantener un desempleo friccional al generar un remplazo ante los abandonos y la continua gotera del exilio laboral de algunos médicos que huyen de una cada vez mayor precarización contractual y la congelación de los sistemas de oposiciones públicos.
El modelo no funciona ni en el Biólogo Interno Residente (BIR) ni en el Farmacéutico Interno Residente (FIR). El examen de acceso no ofrece ninguna garantía de trabajo. El paro en estas profesiones no es friccional. El mercado laboral es mucho más amplio. Además, tras la formación, no se ofrecen recompensas continuadas por lo que solo es apta, en muchas ocasiones, a quienes tienen un colchón económico bastante o una fuerza de voluntad a prueba de bombas incluso cuando en el caso del PIR (Psicólogo Interno Residente) se ofrece una titulación única.
En el caso del Docente Interno Residente (DIR) nos encontramos con dos sistemas diferenciados: por un lado, los alumnos de la facultad de educación que ejercen como profesores de infantil y primaria. En este caso es posible elevar las notas de corte en el acceso al grado mediante una regulación del número de alumnos según las expectativas de renovación de las plantillas. Por el otro, la secundaria. Aquí nos encontramos con múltiples carreras con lo que es imposible limitar el acceso dependiendo de las plazas educativas. En consecuencia, la selección solo cabe a través del máster. ¿Un examen nacional de acceso con números limitados dependiendo de la renovación de plantillas? ¿Están dispuestas las universidades a reducir la formación de postgrado y sus plantillas en las facultades de educación y los departamentos de didáctica correspondientes? Hete aquí el nudo gordiano de la reforma. ¿Qué hacemos con las facultades de educación privadas y públicas sobrantes? ¿Las cerramos? Tras todo este periplo, ¿oposiciones para acceder a la plazas y las posible interinidad? No estamos delimitando una carrera tan larga que solo permitía llegar ¿a quien tiene colchón suficiente?
Por último queda preguntarnos: ¿qué papel jugarán los profesores de primaria y secundaria en las prácticas?¿Se valorará su trabajo como docencia universitaria? ¿Cómo accederán a este sistema de tutelaje los profesores: antigüedad, doctorado, publicaciones, o por elección del estudiante y voluntariedad del profesorado como ahora? ¿Cómo se les pagará a ambos? ¿Qué estatus tendrán los docentes internos?
Con un sistema como el que se propone, cerrado, ¿se atrae el talento? Además, en el RD que regula el MIR, la investigación y la docencia van unidas. A día de hoy para el profesorado no universitario: las becas en concurrencia competitiva, predoctorales y postdoctorales, los capítulos de libro, las comunicaciones a congresos, las publicaciones en revista de calidad, las conferencias, que son bien valoradas por la ANECA no tienen ninguna valoración acorde en los concursos de traslados, pero es que además la ANECA no valora la docencia en educación no universitaria para acceder a la Universidad, entonces: ¿qué carrera docente se propone si de lo que se trata es de atraer el talento? ¿Por qué no hay una pasarela entre ambas educaciones? Demasiadas preguntas.